MADRID, 05 (OTR/PRESS)
Ha dado comienzo el nuevo curso con unas cuentas cuestiones de notable envergadura, situadas en el centro del campo político por los dos principales dirigentes, Zapatero y Rajoy. El primero, ha tomado el toro por los cuernos y ha reanudado lo que se interrumpió con malos gestos a finales de junio, el diálogo social, reuniendo de nuevo a patronal y sindicatos. También se enfrenta a la responsabilidad del Gobierno de afrontar el severo problema de la presencia de nuestras tropas en Afganistán, donde la insurgencia talibán «aprieta» a las 41 naciones occidentales que tratan de frenar el avance de los islamistas fanáticos. Y en cuanto a Rajoy, regresa con críticas al modo en que se afronta la crisis económica, y con los rentables mensajes victimistas y sobre la conspiración que dice que padece su partido, encenagado en casos como Gurtel y Palma Arena.
Zapatero había citado a Méndez, Toxo, Ferrán y Bárcenas, para hablar de la futura Ley de Economía Sostenible, con la que se pretende impulsar un nuevo modelo productivo que sustituya al que se ha visto «derribado» o arrumbado, por la crisis económica. Pero era inevitable que se volviera al punto en que esas conversaciones a tres bandas se interrumpieron a finales de julio. El presidente emplazó a patronos y sindicatos a retomar la negociación colectiva, en la que están bloqueados 1.500 convenios. Los sindicatos pretenden que las subidas salariales se sitúen en torno al dos por ciento, frente a los empresarios que aspiran a que bajen un uno por ciento… El clima del almuerzo de la Moncloa, esta vez, es probable que haya coincidido lo contrario que la cena de julio, cuando se decidió la ruptura del diálogo. Ahora, «las partes», CEOE-Cepyme y UGT-CCOO deberán ponerse de acuerdo sobre por dónde empiezan a debatir: negociación colectiva, reforma laboral, economía sostenible…
En segundo lugar, el Gobierno se ve en el nuevo curso frente a un problema, llamado Afganistán, que tenía en sus previsiones, pero que se ha acelerado y agudizado en los últimos días. La cuestión ahora es determinar, como parece probable, cuándo se determina el envío de más tropas, y cuántas serán estas tropas que reforzarán la presencia de Occidente ante los fanáticos del Islam que llamamos talibanes. Una nueva cruzada frente al Islam, como en la Edad Media, pero con misiles y aviones y helicópteros de combate. Porque nadie cree que prevalezca la tesis de IU, que reclama la retirada definitiva de las tropas españolas «porque nada se nos ha perdido en Afganistán». Aunque Rajoy insista en que en Afganistán participamos en una guerra perfectamente comparable a la que evitamos en Irak…, es seguro que PSOE y PP se pondrán de acuerdo en elevar los recursos que se envíen a la zona de conflicto, sobre todo tras los dos episodios recientes, el ataque a las tropas españolas y el injustificado ataque aéreo de la OTAN contra civiles, un error de efectos incalculables.
Y luego, el retorno de Rajoy, que se ha estrenado en este curso con las mismas cuestiones que ha mantenido durante el mes de agosto: la persecución general y global de que su partido es objeto, empezando por «los inquisidores del asunto Gurtel» y de las autoridades valencianas, Camps y Barberá, que está convencido de que resultarán electoralmente muy rentables a su partido. Le secundó Camps, con la afirmación de que el PSOE pretende imponer «un régimen de terror». Rita Barberá, a su vez, habló de cacería despreciable… Parece que en la defensa propia, todo vale… Pero así de dura es la práctica de la política aquí y ahora…