MADRID, 7 (OTR/PRESS)
Un mitin siempre es un mitin y es fácil entender que se exagere un poco; lo malo es que un presidente de gobierno es también siempre un presidente de gobierno y cada una de sus palabras puede y debe ser analizada, comentada y criticada por la ciudadanía.
De entrada aseguraba Rodríguez Zapatero que el Gobierno mantendrá el mismo rumbo porque es el camino a transitar para la recuperación económica. Y aquí empiezan las primeras dudas: ¿Tiene realmente un rumbo este Gobierno? En caso afirmativo ¿es el que hay que transitar para salir de la crisis? Así, a primera vista y brotes verdes aparte, no parece que la cosa vaya saliendo ni muy bien ni muy rápida. Es más: parece -son datos- que seguimos estancados y desde luego peor que eso que se ha dado en llamar «nuestro entorno».
Y una vez instalado ya en tránsito, ZP da rienda suelta a un futuro prometedor: seguirá la ayuda por nacimiento, el permiso por paternidad, las ayudas a los jóvenes para vivienda, la ampliación de la educación infantil de cero a tres años, las pensiones mas bajas ganarán poder adquisitivo, se incrementara el numero de becas, subirá el salario mínimo y la Ley de Dependencia tendrá más recursos. Y todo esto con algo que no dijo: muy cerca de cinco millones de parados, los autónomos haciendo oposiciones para lo que sea, los pequeños y medianos comercios cerrando un día sí y otro también y un déficit público que no parece tener límite. No hay problema.
La clave está en endeudarse y en subir «mínimamente» los impuestos de forma transitoria. ¿Endeudarse cuánto? Ah, lo que haga falta, no hay límites, ya vendrá alguien a pagar lo que se deba. ¿Subir qué impuestos y cuánto es «minimamente? Ah, eso ya lo veremos en su momento; por ahora parecen estar a salvo el IRPF y el de sociedades, pero nunca se sabe. Y entonces, adelantándose hábilmente a la critica más generalizada de su política, ZP proclama: «Dicen que rectificamos, no. Que improvisamos. Mentira. Damos respuestas a las situaciones concretas que se producen en la crisis y eso es gobernar cerca de lo que pasa» Y tan cerca, porque para no rectificar ni improvisar, lo de los 420 euros fue algo mas bien resbaloso, incongruente y contradictorio. Y de lo anunciado, la mitad tiene trampa, es puro ejercicio de lenguaje y vender un pescado ya vendido. En esto hay que reconocerle una gran habilidad: nos lleva vendiendo las mismas motos desde que llegó al poder.
Pero es igual. Están en ello y no se cortan un pelo. ¿Cómo es posible que Guerra, el que, según decía, cocinaba los platos que Felipe luego servía, el que declaró muerto a Montesquieu, el de «quien se mueva no sale en la foto» se atreva a hablar de corrupciones ajenas? Que intente sacar los colores al PP Leire Pajín y hasta el mismísimo presidente, que por aquella época debería ser un quinceañero en León, pase; pero ¿cómo tiene Alfonso Guerra el valor de hablar de chorizos y corruptelas? Y conste que no me refiero a él sino a todo lo ocurrido en su partido, desde la reprivatización de RUMASA -aun por explicar- hasta las filesas, los despachitos, el BOE, la expo, el ave, los convolutos y ya ni quiero saber cuántas cosas más. Como decían en le tele, «un poquito de por favor, señor Guerra».