Miguel Higueras.- En el acto litúrgico de Rodiezmo y rodeado de concelebrantes con el ritual pañuelo rojo al cuello, el demagogo José Luis Rodríguez Zapatero entusiasmó a sus devotos cuando responsabilizó a la oposición de los fracasos de su gobierno.
El Presidente del Gobierno sabía que emplazar al Partido Popular a que, “por una vez” acepte un pacto de estado sobre energía y educación era solo un recurso dialéctico para neutralizar a la oposición.
No debería ignorar Zapatero que es al gobierno al que corresponde la iniciativa de proponer iniciativas articuladas y negociar su aprobación en el Parlamento.
También sabe que proponer un pacto sobre energía y educación, en abstracto, es tanto como pedirle a quien no haya visto un cuadro que lo declare bello porque su interlocutor diga que le ha gustado.
A la oposición le incumbe fiscalizar al gobierno, sugerir alternativas y vigilar el cumplimiento del pacto al que se llegue tras conciliar medidas discrepantes. Si la oposición accediera a pactos cuyo alcance ignora se sometería al gobierno y dejaría de ser oposición.
¿Qué debería hacer el Presidente del Gobierno de España si, de verdad, quisiera pactar con la oposición?
Ante todo, presentar un texto escrito que contenga las medidas concretas que propone, encomendar a su grupo parlamentario que las concilie con las que, sobre el mismo asunto defienda la oposición y, tras una negociación en la que ambas partes acuerden un texto comúnmente aceptable, lograr su aprobación.
Hasta que el Presidente del Gobierno demuestre su buena fe al proponer un pacto sobre un texto concreto y no sobre vaguedades abstractas, la oposición no debería ni molestarse en contestarle.
Pero el Partido Popular debería replicar a la propuesta de Zapatero, aunque no es al presidente del Gobierno al que debe dirigirse, sino a los votantes.
Además de que le conviene, el Partido Popular tiene la obligación cívica de ilustrar a los ciudadanos y alertarlos sobre la trampa política que volvió a tenderles Zapatero en Rodiezmo y desenmascarar su pretendida oferta de pacto sin concretar lo que quiere pactar.
Los pactos que Zapatero pide, y la forma en que los exige, son teatrales brindis al sol, que solo buscan el aplauso gratuito de los aficionados de los tendidos de la solanera, antes de citar al toro con la muleta para empezar la faena.