MADRID, 9 (OTR/PRESS)
Los lectores seguramente tienen ya en cuenta que sólo se ha levantado el secreto del sumario de una tercera parte de Gürtel y que ello ha aportado novedades sustanciales sobre el océano de corrupción masiva que atañe al PP. La tragedia del partido de la derecha es ahora también la espera a los otros dos tercios. Con lo que ahora ya se sabe es evidente que estamos ante el mayor escándalo político y económico de la historia de la democracia y tal vez de la historia sin más. Calculen lo que puede ocurrir cuando se levante el secreto sobre la parte sustancial que permanece todavía en la nebulosa. Las filtraciones, con toda su enorme gravedad, quedan ahora convertidas en un sabroso aperitivo. El debate sobre los trajes de Camps, como era de esperar y como yo les advertí a los lectores hace mucho tiempo, no era mucho más que la punta de un iceberg. Los trajes, con toda su espectacularidad, eran poca cosa en una consideración comparativa, en la estela de las relatividades de la vida. Nadie se vende por tres trajes, sentenció Mariano Rajoy un día de los meses pasados.
Claro que no. El propio presidente del PP nos daba la clave con aquella sentencia. Hacía falta mucho más que aquellos trajes, pese a que política y éticamente ya era bastante para barrer de la vida pública a sus presuntos perceptores. El PP, Mariano Rajoy y el resto de la cúpula nacional y de varias autonómicas están no al borde del abismo sino en el abismo ya. A la hora de escribir esta columna todavía no se han producido dimisiones masivas, comenzando por la del propio Rajoy, cuando ello es algo ineludible políticamente y con grandes probabilidades de que lo sea también judicialmente. La salida es una dimisión en pleno y el nombramiento de una comisión gestora que convoque un congreso extraordinario. El nombre de Alberto Ruiz Gallardón, pese al fiasco de la Olimpiada, ya emerge en el horizonte. Observen su absoluto silencio sobre lo que pasa: ésta pude ser la oportunidad durante veinte años soñada. Ya sin el obstáculo tampoco de la presidenta Aguirre, pese a la habilidad demostrada de ésta.
