Charo Zarzalejos – Y en esto llegó ella


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Desde primera hora de la mañana estuvo al tanto de todo cuanto ocurría en Valencia. Horas antes había hablado con Mariano Rajoy, con Trillo y, probablemente, con alguno más. La determinación estaba tomada. La jornada, la de la fiesta de la Comunidad de Valencia, debía finalizar con decisiones tomadas y mensajes enviados. Las primeras noticias se esperaban en torno al mediodía, poco después de que González Pons dijera eso de que la fiesta acaba a las cuatro. Pero dieron las tres, y las cuatro, como en la canción de Sabina, y Camps, el presidente siempre sonriente y que con su estrategia sobre los famosos trajes logró exasperar a buena parte de la dirección nacional de su partido, como si nada, no soltó prenda.

Había hablado con Ricardo Costa, pero este se resistió como gato panza arriba a mover ficha, mientras los zaplanistas, que todavía los hay, sin mover una ceja, se mostraban muy atentos a los acontecimientos. Costa, optó por irse de puente, que es la mejor manera de ganar tiempo, y Camps pensó, en algún momento, que también él podría conseguir cierto margen de maniobra, que lo de González Pons era una fanfarronada y que, a fin de cuentas, era él a quien le tocaba ordenar la cocina.

Lo que probablemente no debía intuir el señor Camps es que ella, María Dolores de Cospedal, la que no se enteró de su encuentro con Mariano Rajoy, se había puesto el delantal de rayas. «Hasta aquí hemos llegado, Mariano». Y es que ella, María Dolores de Cospedal, en su calidad de numero dos del partido y tras compartir criterio con el numero uno _Rajoy_ tenía muy claro que lo que no hiciera Camps lo iba a hacer ella y eso con el pleno apoyo de Rajoy, que, como se ve, a la hora de la verdad claro que sabe tomar decisiones.

El mensaje a Camps fue clarísimo: o le destituyes tú, o lo hago yo a través del Comité de Derechos y Garantías. Rajoy hizo saber su pleno apoyo a esta decisión y ya, al final de la jornada, Camps no tuvo más remedio que destituir a Costa. Ella, María Dolores de Cospedal, «llegó» en el momento oportuno. Un poco más y se le va el día con la fiesta abierta, con Costa a sus anchas, con Camps sonriendo sin saber por qué se sonríe tanto, con Rita Barberá deseosa de dar un puñetazo en la mesa, con los zaplanistas mirando de reojo… En Génova se quería un fin de fiesta digno y un puente, el del Pilar, lo más tranquilo posible, sabiendo, eso sí, que «todavía quedan muchas filtraciones por leer. Lo interesante sería saber si todos los partidos soportarían la lupa que estamos soportando nosotros».

El martes se sustanciarán las medidas adoptadas en el PP y sólo los Tribunales dirán si hay delitos o no. Lo que sí es seguro es que todo lo conocido depara una muy lamentable imagen, unas amistades muy peligrosas y una forma de entender el poder muy alejada de los criterios de contención ética y de prudencia que el buen gobierno aconsejan. Rajoy así se lo dijo a Camps en Alcorcón con el «ya vale, Paco» y el viernes María Dolores de Cospedal remató la jugada llegando a tiempo. Antes de que la fiesta acabara.

Charo Zarzalejos

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