Fermín Bocos – Justicia bizca.


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

El «caso Millet» clama al cielo. La impunidad con la que Félix Millet («factótum» del Palau de la Música Catalana) metió la mano en la caja de Esta institución pública -para lucrarse personalmente y para financiar a determinadas fundaciones de partidos políticos nacionalistas- amenaza con perpetuarse en el tramo judicial del caso. Quien según propia confesión se apropió ilícitamente de caudales por valor de más de tres millones de euros -la Fiscalía dice que fueron 10 y una auditoria interna habla de 20- está en libertad y sin fianza tras su paso por el juzgado barcelonés que lleva el caso. Es insólito. Si la virtualidad y credibilidad de la Justicia se basa en la aplicación de leyes que son igual para todos, en el «caso Millet», está claro que se ha perpetrado una excepción.

Tanto él como Jordi Montull, cómplice de sus manejos, están en libertad tras pasar por el juzgado de un país en el que los que la policía lleva esposada a la gente hasta las comisarías y los jueces meten en la cárcel a gente por asuntos cien veces menos relevantes. Millet pertenece a la oligarquía que se reparte el poder en Cataluña -«Somos», decía en un libro publicado hace unos años, «cuatrocientas personas que coincidimos en todas partes»- ha sido tratado por la Justicia como en su día lo fueron los «Albertos» a su paso por los tribunales. Con un trato de favor del que no disfruta el resto de los ciudadanos.

La tradición gusta de representar a la Justicia a la manera de una cariátide con los ojos velados por una banda de gasa. Habría que cambiar ésa imagen. A la vista está que cuando conviene, no es ciega: es bizca. Ya digo, un escándalo.

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