Carlos Carnicero – Cajas de Ahorro de partido


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Las Cajas de Ahorro nacieron con una clara mentalidad benéfica muchas de ella; eran como el brazo financiero de los roperos parroquiales y servían para el empeño de las joyas y las alhajas de los desfavorecidos. Pronto se institucionalizaron de una forma en la que no hay diferencia de funcionamiento ni de criterios financieros con los bancos. El contraste con aquellos es que quienes se montan en la cúspide de las organizaciones no tienen que satisfacer las demandas de rédito de accionistas porque los impositores no son ni pueden ser propietarios de la entidad que se mueve en una nebulosa que diluye el poder de control entre distintas instituciones y partidos, para que al final quien ocupa el poder en su ámbito territorial la maneje a su antojo.

Hay partidos que manejan su poder en las Cajas con cierta dignidad y disimulo. Y los hay que quieren poner al frente y sin tapujos al jefe de su guardia pretoriana, como es el caso de Esperanza Aguirre. Ser presidente de una Caja tiene mucho poder y muchos privilegios. En un año de crisis como esta, el presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, le ha ordenado a la institución que le compre un coche para su uso personal de más quinientos mil euros: unos ochenta y cinco millones de pesetas. No cabalga mal montado el presidente de una institución financiero benéfica. No conozco su sueldo, pero me lo imagino. En su haber la amistad de infancia con José María Aznar y haber situado a la cuarta caja de España en una situación de debilidad extrema en esta crisis.

Pero el problema es mucho más grave: una Caja de Ahorros puede ser en realidad una caja de bombones inagotable que reparta premios y conceda créditos en función de sumisión y apoyo políticos. Dígasenos por qué es idóneo un muñidor de operaciones políticas como Ignacio González al frente de una institución de la que no sabe si tiene contabilidad.

El papel de coartada de Esperanza Aguirre que está llevando a cabo el partido socialista madrileño es de primero de bachillerato o de la máxima perversión. El argumento es tan ladino como el de decir que una vez que se sabe que Esperanza Aguirre va a cometer una alcaldada, es mejor estar con ella. Magnífico: podemos sustituir las elecciones por una tómbola.

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