Fernando Jáuregui – En Caja Madrid nada es verdad ni mentira; es según el color…


MADRID, 27 (OTR/PRESS)

El lío de Caja Madrid, la verdad, está siendo morrocotudo y da lugar a muy sabrosos comentarios en tertulias y columnas. Pero mi opinión personal es que están todos actuando, que nada es lo que parece, que nos hallamos ante una tormenta en un vaso de agua… y que habrá un acuerdo al final en el que todos pondrán, al menos, cara de contentos, aunque la procesión vaya por dentro.

Se sabe que el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, aseguró a Alberto Ruiz Gallardón, al regreso de Copenhague el pasado día 2, tras el revolcón sufrido por la candidatura madrileña para albergar las olimpiadas de 2016, que ya tenía «una solución para Caja Madrid». «¿Cuál es esa solución?», preguntó el alcalde de la capital. «Aún no es el momento de desvelarlo», respondió Rajoy.

Desde entonces, las especulaciones se han sucedido y una creencia generalizada es la de que tanto Rajoy como su aliado -al menos, en este tema- Gallardón apoyarían la candidatura de Rodrigo Rato para sustituir a Miguel Blesa en la presidencia de Caja Madrid, la cuarta entidad financiera más importante de España y objeto, como es archisabido, de una pugna política de muy considerables dimensiones en el interior del PP madrileño. Y no solamente en el PP.

Pero casi todos los nombres y hechos que se barajan son impostados, cuando no falsos. Por ejemplo, todo indica que ni Rajoy apoya de manera decidida a Rato, con quien las relaciones hace tiempo que distan de ser excelentes -lo cierto es que mejores las tiene Esperanza Aguirre, cuyo marido es compañero de colegio y de curso de Rato-, ni tiene tampoco un nombre decidido definitivamente, contra lo que le dijo el 2 de octubre a Gallardón.

Mucho dependerá de la decisión de la juez del Juzgado 60 de lo Civil, doña Inmaculada Vacas Hermida, en el sentido de levantar las medidas cautelares que ella misma dictó tras la demanda presentada por el Ayuntamiento de Madrid contra la Ley de la Caja impuesta por Esperanza Aguirre, o, por el contrario, mantenerlas. Una decisión que la magistrada, cuya actuación es elogiada por todas las partes, podría tomar, se espera, antes de que finalice el mes de noviembre.

Si las cautelas judiciales, escuchadas las alegaciones que las partes pueden presentar hasta el próximo día 2 de noviembre, se levantasen, resultaría obligada una «cumbre» entre las partes enfrentadas en el PP (Aguirre, Gallardón y Rajoy) y forzar una candidatura de consenso para presidir la Caja madrileña. Ese consenso resultaría difícil en el caso de Rato -que mantiene un hermético silencio ante las especulaciones en torno a su nombre-. Y virtualmente imposible en el de Ignacio González, el candidato al que ha lanzado a la arena su jefa inmediata, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que ya se sabe que mantiene una guerra implacable no tan soterrada con Rajoy y Gallardón por hacerse con el control de la rentable Caja. Y, de paso, con el control del partido, suponen algunos en el entorno «marianista».

Tanto Rato como Ignacio González han sufrido numerosas descalificaciones públicas y hasta mediáticas en las últimas horas, lo que hace pensar que sus nombres, como los de otros varios -como los de los ex secretarios de Estado José Folgado y Luis de Guindos, o el del ex ministro Miguel Arias Cañete-, han sido lanzados al aire de las filtraciones precisamente para eso: para desgastarlos de cara a la negociación sobre otros personajes con mayores posibilidades. Y ahí, en ese estadio, aparece -al menos en mi carnet de notas- el nombre del diputado Manuel Pizarro, ex presidente de Ibercaja, de la CECA, de la Bolsa de Madrid y de Endesa, en sucesivas etapas. Los varios sectores del PP madrileño, y de la propia Génova, admiten que Pizarro, que se niega sistemáticamente a hacer comentarios al respecto, podría llegar a ser alguien aceptado por todos, aunque no por los socialistas, al menos por el momento.

Otra cosa sería si la juez Vacas no levantase las cautelas judiciales, con lo que el proceso electoral de Caja Madrid seguiría empantanado. Entonces, no falta quien piense que Rajoy apoyaría una solución que pasase por la continuidad del actual presidente, Miguel Blesa, que insiste en mantener un perfil técnico y profesional, alejado de las rencillas internas en el PP. Y, de hecho, lo cierto es que los resultados en la Caja madrileña siguen siendo buenos y las querellas intestinas, políticas, no se reflejan en las cuentas. Por el momento.

Pero, desde luego, la guerra en Caja Madrid evidencia una lucha por el poder: controlar la Caja daría a Aguirre, dicen los del «aparato» en Génova, no poca influencia de cara a presidir el PP nacional y, eventualmente, convertirse en candidata a La Moncloa. Lo mismo podría decirse de Ruiz Gallardón, cuyo «número dos», vicealcalde de Madrid, copó este lunes todas las iras de las gentes de la Comunidad, a las que acusó de montar «una gestapillo para espiarme y hacerme dependiente de ellos». Cobo, que corrió el riesgo de ser dado de baja como militante, trató al tiempo, con el apoyo de Gallardón, de presentar a Rato como enfrentado con Aguirre, cosa que ya hemos visto que no es cierta.

Pero los del mentado «aparato» del PP creen que las hostilidades entre Gallardón y Aguirre disminuyen, en todo caso, las posibilidades de ambos para presidir el Partido Popular y consolidan la posición de Rajoy al frente del partido, pese a todos los intentos para debilitar su liderazgo.

Por su parte, en el socialismo ocurre como en el PP: que la organización madrileña se ha enfrentado a la dirección nacional. Todo indica que Tomás Gómez llegó a un principio de acuerdo con Esperanza Aguirre en torno al nombre de Ignacio González, pero ahora, tras las reprimendas llegadas desde el comité federal socialista, niega la existencia de tal pacto y descalifica al candidato «aguirrista».

Lo cierto es que, en el fondo, puede que un acuerdo de alcance nacional en Caja Madrid entre socialistas y populares abriese, en fecha no lejana, la puerta a una reordenación en el sector de las cajas, de manera que las que se encuentran en comunidades socialistas (Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha) se agrupen entre ellas, y lo mismo las «populares» (Madrid, Valencia, Castilla y León, Galicia).

Mucho dependerá del encuentro que próximamente mantendrán Zapatero y Rajoy en La Moncloa, un encuentro en el que ambos deberían cerrar el principio de acuerdo en torno al sector financiero al que ya llegaron hace casi tres meses en una anterior conversación, cuyos términos y resultados no se han hecho públicos. Al menos, hasta ahora. Pero ya verán ustedes cómo la sangre no acabará de llegar al río: no le conviene a nadie.

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