Cayetano González – Siempre en el recuerdo.


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

El pasado miércoles tuvo lugar un Madrid acto muy especial, un acto lleno de dignidad y de fortaleza moral, un acto que no es frecuente encontrarse en la actualidad en medio de la mediocridad y miseria en la que se desenvuelve buena parte de la vida política y social. El Observatorio Internacional de Víctimas del Terrorismo del CEU que tengo el honor de dirigir hizo entrega el pasado miércoles en la capital de España de los Premios Internacionales «La Puerta del Recuerdo» -tomando el nombre de Monumento Homenaje a las Víctimas del Terrorismo instalado el pasado mes de mayo en el campus universitario del CEU en Montepríncipe- con los que se pretende reconocer y premiar la labor encomiable y digna de admiración de una serie de personas e Instituciones que han trabajado y lo siguen haciendo, tanto por desterrar el terrorismo de nuestras vidas, como por la noble causa de las víctimas que ese terrorismo produce.

Los premiados en esta primera edición fueron personas o instituciones tan ejemplares y dignas de admiración y aprecio como los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado; los concejales del PP y del PSE en el País Vasco; el ex funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara; el jefe de Bomberos de Nueva York cuando el atentado contra las Torres Gemelas, Joseph Pfeifer; el presidente de la Asociación de Ayuda a las Víctimas de Omagh, Michael Gallagher y Gabriel Moris, víctima del brutal atentado del 11-M, en el que perdió a un hijo.

Especialmente emocionante y emotivo fue el momento en que los concejales del PP y del PSE, que se juegan literalmente la vida cada día, subieron al escenario a recibir el premio que reconocía su espíritu de entrega y de sacrificio por ejercer su labor en muchas localidades del País Vasco en una condiciones de coacción y de amenaza por parte, o bien de la banda terrorista ETA o de su entorno político.

Fue un acto, reitero, lleno de la dignidad y de la fortaleza moral de la que las propias víctimas del terrorismo son portadoras. Hace tiempo que llegué al convencimiento profundo que las víctimas son lo mejor de nuestra sociedad. Y esto que digo sirve para el caso de España, donde hemos tenido que soportar un terrorismo, el de ETA, durante más de cuarenta años, como para otros países que sufren la lacra terrorista. Pero hay un peligro, que iniciativas como la de estos Premios pretende atajar: el del olvido. No podemos consentir que el paso del tiempo borre de nuestro recuerdo, de nuestra memoria personal y colectiva el hecho cierto, tremendo, que para que nosotros podamos vivir en libertad, muchas personas se han «quedado» en el camino porque han sido vilmente asesinadas por los terroristas. Y por lo tanto, una sociedad que se precie, que no quiera caer en una grave enfermedad moral, debe de tener siempre muy presente a las víctimas del terrorismo.

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