Fermín Bocos – La casa de los líos.


MADRID, 30 (OTR/PRESS)

La destitución de Ricardo Costa como secretario general del PP de la Comunidad Valenciana divide la opinión del personal que asiste como espectador a los líos que se desarrolla en las alturas del partido de la oposición. Opinión dividida entre quienes creen que ha hecho bien Mariano Rajoy dando un puñetazo encima de la mesa y quienes recuerdan que era a la dirección del PP valenciano a quien correspondía tomar semejante decisión.

Hay otro aspecto del caso que también fomenta la discrepancia. Me refiero a la asimetría que proyecta la resolución del «caso Costa» sí se compara con el «caso Cobo». El vicealcalde de Madrid (autor de unas declaraciones incendiarias contra Esperanza Aguirre) podrá explicar ante el Comité de Garantías y Conflictos del partido el por qué de sus críticas feroces a la presidenta madrileña. A Ricardo Costa no le han dado esa oportunidad y ahí es donde se ve la grieta que delata la precariedad del liderazgo que ejerce Mariano Rajoy.

En Valencia hablan de doble vara de medir. Paciencia y respeto a los estatutos para resolver el expediente que afecta al segundo de Ruiz Gallardón y decisión expeditiva en el caso que perjudica y humilla al segundo de Francisco Camps. Más que de Job, santo de quien Rajoy se declara devoto, en realidad el presidente de los populares parece ser discípulo de aquél rey que tenía fama de ser fuerte con los débiles y débil con los fuertes.

Las cosas están de tal manera en la cúpula del PP que cada día son más las voces que piden un congreso extraordinario y muchos, también, los ojos vueltos hacia Rodrigo Rato.

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