José Cavero – Job Rajoy.


MADRID, 30 (OTR/PRESS)

A menudo ha venido hablándonos Mariano Rajoy del uso o de la administración de los tiempos, sobre todo cuando escucha o lee críticas a sus modos de actuar o no hacerlo… Rajoy se muestra convencido de que suele acertar en la administración de los tiempos políticos: sabe cuándo debe esperar y cuándo debe ejercer la autoridad. Y ayer puso como ejemplo el llamado «Santo Job», parábola bíblica que ensalza la virtud de la paciencia recompensada. Mariano Rajoy, tras señalar que «Santo Job no hay más que uno», y tal vez al verse representado en él, parece haber llegado al tiempo en el que se agotó su paciencia con algunos individuos, en particular con algunos de quienes vienen poniendo en duda su capacidad de reacción y de imponerse a los acontecimientos. Y las miradas se han dividido en los últimos tiempos hacia las dos crisis que afronta «el PP de Gürtel», en Madrid y en Valencia.

En esa misma intervención, producida en Cartagena, Rajoy, ha reconocido que el partido tiene dos problemas, en primer lugar «la corrupción del caso Gürtel» y, en segundo lugar, las discrepancias que se han producido en el seno del partido en Madrid. Y anuncia que, para resolver este segundo «problema», ha convocado al Comité Ejecutivo Nacional del próximo 3 de noviembre porque «Santo Job sólo hay uno en la historia». O sea, que se acabó ese tiempo de templanza y paciencia. El martes dirá a los suyos que hay cosas inaceptables. Y por tanto, que se acabó esa tolerancia indefinida y esa ambigüedad más o menos calculada….

Primero, definió la corrupción como porquería inaceptable en el partido. Ni es aceptable la corrupción «de ninguna de las maneras» y además le «parece una porquería», tras lo que se ha mostrado convencido de que «si una persona del partido ha hecho lo que no debe, no puede pertenecer al PP». Hablaba horas después de que se conociera la decisión de la dirección del PP de suspender de militancia en el partido a Ricardo Costa, hasta hace quince días secretario general valenciano y empeñado en no abandonar esa condición y ese cargo… Y en cuanto al otro problema de «obediencia debida», en lo que se refiere a las discrepancias en el seno del PP en Madrid, tras las declaraciones del vicealcalde del ayuntamiento de Madrid, Manuel Cobo, sobre y contra el proceder de la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, Rajoy indicó que el 3 de noviembre, fecha en la que ha convocado al Comité Ejecutivo Nacional, «los militantes del PP y los cargos electos tendrán una respuesta a lo que está pensando. Voy a hablar del respeto debido a la militancia del partido», anunció.

¿Puede irse preparando Manuel Cobo para una decisión firme, contundente, tal y como reclaman Esperanza Aguirre y sus fieles? ¿O habrá «para todos» y tampoco Aguirre podrá verse al margen de los apercibimientos y llamadas al orden?

Por si fueran pocas las cuestiones a atender, también ayer Rajoy debió escuchar a un Aznar que le hacía recomendaciones y le ofrecía recetas «comprobadas», de las que dijo «que a mí me funcionaron bien»: Un solo partido, no varios, un proyecto, no varios, y a ser posible un líder, tampoco varios… Parece que Aznar hacía referencia al desconcierto y batiburrillo que se viene produciendo en el seno de su partido, con corrupciones generalizadas, insoportables e indefendibles y con baronías sin freno ni medida. Rajoy pretende poner punto final a ese estado de cosas y parece decidido a imponer un criterio firme. Rajoy reacciona ante el estupor y desasosiego de muchos de los suyos, que le vienen reclamando que haga uso de su autoridad, de una vez por todas.

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