Charo Zarzalejos – Cuestión de mujeres


MADRID, 7 (OTR/PRESS)

Es seguro que nos habríamos enterado. Nos habríamos enterado del suplicio añadido que supone el ser trasladado del barco a una aldea por unos piratas; es decir, por unos terroristas y, con toda seguridad, el dato en sí mismo nos hubiera llenado a todos de angustia. No hubiera hecho falta palabras para saber que ese traslado suponía un punto de inflexión en una larga ya larga tortura.

Los piratas, es decir los terroristas, son malos pero no tontos y por ello, en ese momento fue en el que dejaron que algunos de los secuestrados hablaran con sus familias. Y claro que lo hicieron. Al otro lado del teléfono las voces resultaron ser voces femeninas. Voces de mujeres que conocen el mar, sus peligros y sus prodigios mejor que cualquier experto. Y estas voces decidieron abandonar el razonable silencio que las autoridades habían solicitado.

Y fue entonces cuando las mujeres en tromba decidieron hacerse presentes, relatar sus angustias y desvelar algunos abandonos, cuando al problema objetivo del secuestro se unía ese otro peligro, muy difícil de gestionar, cómo es el de una opinión pública desconcertada, desinformada –estos procesos requieren de discreción– y asustada, que es así cómo están sobre todo en Galicia y País Vasco.

El saber que los secuestrados han sido devueltos al barco ha sido todo un alivio, pero las mujeres quieren hechos y por eso ni se han desconvocado las manifestaciones, ni se va a bajar la guardia sobre todo a la hora de exigir información, aspecto este que a lo largo de estos más de treinta días no se ha cuidado cómo debía. En situaciones tensión y de angustia y siempre según los expertos «el acompañamiento es la mejor medicina»

Curiosamente, la resolución del secuestro, en buena medida, recae también sobre hombros femeninos. En este caso, son la vicepresidenta Fernández de la Vega, responsable del gabinete de crisis, y de la ministra de Defensa, Carmen Chacón que, todo hay que decirlo, desde que asumió el ministerio ha tenido ya que lidiar con acontecimientos más que difíciles y éste, el del Alakrana, es uno de ellos.

Ha llamado la atención que la Vicepresidenta haya optado por viajar a Argentina, cuando tanto Núñez Feijoo, cómo Chacón e incluso el propio director del CNI también tenían sus respectivos viajes programados y que, cómo es lógico, han suspendido. Se podría interpretar que la ausencia de De la Vega es un síntoma de que las cosas van bien, que se han enfilado hacía su final, pero todavía no se ha llegado a ese punto. Todas las alarmas están encendidas y aquí no se podrá cantar victoria hasta que los secuestrados estén en sus casas y para eso aún queda tiempo. Lo que si resulta tranquilizador es saber que la comunicación tanto con Alemania cómo con Francia es permanente, que la diplomacia –que es una forma suave de hablar de CNI– tiene información puntual y que según se explica en medios de absoluta solvencia este secuestro sigue fielmente el patrón de otros secuestros, en concreto el del pesquero alemán cuyos tripulantes fueron sometidos a más de un susto por parte de sus secuestradores.

Los expertos aseguran, además, que en estos dos últimos años estos terroristas del mar se han sofisticado mucho en sus medios, siendo calificados en lenguaje comunitario cómo «organizaciones criminales», de ahí que el gabinete de crisis mantenga prudencia y bajo ningún concepto hable de nada que no tenga absolutamente confirmado, cómo es que los tres tripulantes han sido devueltos al barco. Es un paso, pero las mujeres, las de los secuestrados y las encargadas de hacer frente a los terroristas, saben que aún queda un camino que puede no ser corto.

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