Victoria Lafora – No empujen.


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

A la oposición le han entrado las prisas por pedir cuentas de la dudosa gestión del Gobierno ante el secuestro del Alakrana. Ayer se quitaban la palabra los unos a los otros para calificar, con diferentes adjetivos (por supuesto todos peyorativos), la gestión de los ministros. Se llevó la palma el Partido Popular.

Es verdad que Zapatero se lo había puesto fácil con su comparecencia triunfalista en Moncloa, intentando apuntarse el tanto de la liberación del barco, cuando el armador había pagado un cuantioso rescate (el más alto que se ha pagado jamás por un pesquero a los piratas somalíes) y se ha comprometido a repatriar a dos delincuentes que se van a devolver a escondidas.

Excitados, tras dos semanas de prudente silencio, los dirigentes populares salieron en tromba a pedir la reprobación de Fernández de la Vega, la ministra de Defensa y el titular de Justicia, Francisco Caamaño. Así, para empezar, además de exigir la comparecencia de Zapatero para explicar la gestión de la crisis, que es lo que realmente debe hacer.

La vicepresidenta cometió un error de bulto: acusó a los populares de «ponerse de parte de los piratas», y no esperar a que estuvieran a salvo con sus familias. Al pedir explicaciones, que es la función de la oposición, los grupos no se ponen de parte de los piratas. Y en cuanto a los tiempos, los marineros estaban ayer absolutamente a salvo protegidos por dos fragatas de la Armada y navegando seguros hacia las Seychelles. Otra cosa distinta es que la sesión de control sea el trámite parlamentario más adecuado, dado su brevedad, para abordar un asunto de semejante relevancia.

Pero es evidente que esto no ha hecho más que empezar. Que los grupos de la oposición, cada uno desde su ámbito, van a pedir explicaciones al Gobierno y convendría que hubiera una única versión y, a ser posible, una única voz, para explicar a los españoles cuáles han sido las gestiones y las razones que han llevado al Gobierno de Zapatero a tomar decisiones que, por prudencia, y teniendo en cuenta que estaba en juego la vida de treinta seis marineros no se han contado. Ahora sí ha llegado el momento de dar esas explicaciones.

No sirve que comiencen a aparecer ministros a vender cada uno por su lado su brillante gestión y a colgarse las medallas del final feliz. La imagen que ha dado el gabinete de crisis es de improvisación y enfrentamiento; de que los listos, los organizados y los que de verdad sabían lo que hacían eran los piratas. Esa imagen traducida en votos es demoledora.

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