Cayetano González – Un Gobierno, de los nervios.


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

Decía el veterano y sempiterno político italiano, Giulio Andreotti, que el poder desgasta, pero que más desgasta estar en la oposición. No es incompatible una cosa con otra y dependiendo de las circunstancias se puede poner más el acento en el primer o en el segundo supuesto. En nuestra política interna tenemos claros ejemplos al respecto: los gobiernos de Felipe González empezaron a declinar a finales de la década de los ochenta y aun así aguantaron hasta 1996. Por el contrario el centro derecha, tras la descomposición de UCD en 1982 no levantó cabeza hasta la refundación del PP en 1990 y no llegó al poder hasta seis años mas tarde.

Es indudable que el actual Gobierno de Zapatero, transcurridos cinco desde que alcanzó el poder, empieza a dar claras muestras de agotamiento, por ser suaves en el empleo de los adjetivos. La grave crisis económica que estamos atravesando, unido a la forma en que el Ejecutivo la está afrontando le está produciendo un claro desgaste ante la opinión pública, como así reflejan las encuestas, al que no es ajeno el tiempo que tardó el propio presidente en reconocer esa situación y en llamar a las cosas por su nombre. Por eso, cualquier otro problema que le surja al Ejecutivo le produce un tensionamiento que se está traduciendo no solamente en una incapacidad manifiesta para resolver esos problemas, sino en unas actitudes y comportamientos de los miembros del Gobierno muy alejados del buen talante predicado por el propio Zapatero.

El paradigma de esto último lo encarna desde hace algún tiempo la Vicepresidenta Primera del Gobierno a la que cada vez se la ve más crispada, más nerviosa, más irritable, en una palabra, más intolerante, hable en la rueda de prensa del Consejo de Ministros o en el Congreso de los Diputados. Durante la crisis del pesquero «Alakrana» y con las críticas que el Gobierno está recibiendo tras la liberación de los marineros secuestrados previo pago de 2,7 millones de euros, María Teresa Fernández de la Vega ha demostrado muy malos modos y maneras. La vicepresidenta se excedió el pasado miércoles durante la sesión de control al acusar al PP de ponerse «de lado de los piratas» y ha encajado muy mal las críticas que ha recibido y que seguirá recibiendo por su nefasta gestión -era la coordinadora del gabinete de crisis del Gobierno- durante el secuestro del atunero vasco.

A este grupo de ministros «de los nervios» se ha añadido en los últimos tiempos el titular de Interior, acosado ante la opinión pública por dos temas no menores: el «chivatazo» a ETA del bar Faisán por parte de algún miembro de la Policía y el sistema de escuchas Sitel, sobre los que Rubalcaba no ha dado explicaciones convincentes. Pero lo que en ningún caso puede hacer un ministro y menos si es el responsable de la Seguridad de todos los españoles es cogerse en un aparte del Congreso a un diputado de la oposición y decirle que «escucho todo lo que dices y veo todo lo que haces», porque suena muy mal y da pie a muchas especulaciones, aunque luego aclarara que se refería a que le veía y le escuchaba en la televisión y en la radio* Sería bueno que los ministros se tranquilizaran y se dedicaran a resolver los problemas de lo españoles. Para eso les pagamos.

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