José Cavero – Las incógnitas del Alakrana


MADRID, 20 (OTR/PRESS)

Se van resolviendo las grandes incógnitas que dejó tras de sí el desenlace del atunero Alakrana, secuestrado por piratas somalíes en aguas del Indico próximas a Somalia. La Oposición del PP ha venido empleando alguna de esas incógnitas como arma arrojadiza: ¿Se dejó escapar a los piratas sin intentar siquiera su apresamiento? ¿Cuánto dinero pagamos los contribuyentes españoles?

Primera incógnita, el pago del rescate. La polémica sobre el pago ha estado presente desde la liberación del atunero vasco, el miércoles. El Gobierno no ha querido confirmar ni desmentir si el Ejecutivo pagó alguna cantidad de los 2,7 millones de euros que supuestamente se entregaron a los piratas. El PP reclama que Zapatero solicite la comparecencia en la Comisión de Gastos Reservados de la Cámara Baja del director del Centro de Inteligencia Nacional, Félix Sanz Roldán, para que dé explicaciones, «a puerta cerrada», sobre el pago del rescate. El presidente Zapatero se limitó a decir que el Gobierno «ha hecho lo que tenía que hacer, trabajando dentro de la legalidad y cooperando con el armador y con todas las familias». «Lo más importante es que los marineros van a estar con nosotros», añadió en su anuncio de desenlace feliz del caso. ¿Quién lo pagó, qué participación tuvo el Estado español? Ni Zapatero ni De la Vega ni Chacón quisieron dar información sobre este particular. Pero sí se cuenta ya con algunas declaraciones de algunas otras autoridades del Gobierno. Por ejemplo, del secretario general del Mar, Juan Carlos Martín, uno de los representantes del Gobierno que acudió este viernes a la Seychelles para recibir a los tripulantes del pesquero. Ha dicho: «Desconozco la cantidad y sólo sé que el Gobierno de España ha apoyado al armador».

Con anterioridad, había intervenido sobre el asunto el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, quien se limitó a afirmar que «España, como país, no pagó el rescate». pero sí explicó que se encontraron soluciones «en el ámbito internacional para una situación compleja». «Creo que eso lo comprendemos todos, y también lo pueden comprender quienes tienen que interpretar la ley y el derecho en cada momento», añadió. También el capitán del «Alakrana», Iker Galbarriatu, aseguró que la entrega del rescate se realizó en la zona de estribor del barco, mientras los 36 tripulantes estaban en el área de babor, por lo que no pudieron ver cómo se efectuó. Indicó, no obstante, que cree que los secuestradores se repartieron el botín en una sala de oficiales. Parece demostrado que los piratas no liberaron a los tripulantes hasta que no se les entregó una buena suma de dinero. De hecho, la localidad frente a la que estaba fondeado el atunero, según han descrito enviados especiales, se llenó de piratas cargados de dólares y de jóvenes deseosos de emularlos… Según varios residentes de esta guarida de piratas, situada 300 kilómetros al norte de Mogadiscio, el anuncio del rescate suscitó el entusiasmo de los comerciantes, primeros proveedores de los piratas, y reavivó la llama de jóvenes ávidos de unirse a las bandas. «Los tipos han hecho un buen trabajo embolsándose cuatro millones de dólares por el naviero español. Los españoles forman parte de las naciones que más han robado los recursos marinos de los somalíes», ha dicho Ahmed Sheikh Mohamud, de 65 años, retomando las habituales acusaciones de pesca ilegal en aguas somalíes.

En cuanto a otra gran incógnita de los minutos finales del desenlace del secuestro es si los jefes piratas fueron perseguidos y se intentó su detención, una vez pagado el rescate. Este viernes son varios los periódicos que relatan lo sucedido, una vez que se hubiera producido la controversia de si hubo o no disparos contra los piratas. El patrón del Alakrana negó la versión de defensa, y dijo que no había escuchado disparo alguno, frente a la versión de defensa, según la cual, un helicóptero español abrió fuego contra los últimos piratas. Los diarios El Mundo y La Razón ofrecen hoy versiones amplias sobre lo ocurrido: La orden fue disparar a la lancha, pero no a los piratas, dice el primero de estos diarios, que cuenta que una ametralladora abrió, primero, fuego de detención delante del esquife corsario, y al comprobar que éste no se detenía, el general Domínguez Boj, ordenó desde Madrid «disabling fire», es decir, fuego para inutilizar el bote. En La Razón se indica que la orden era no apresar a los piratas sin causar bajas, y que legalmente sólo habrían podido disparar en caso de que los perseguidos hubieran realizado disparos contra la aeronave, en cuyo caso sería legítima defensa. Tras la ráfaga inicial, los segundos disparos se realizaron con el fusil para intentar destruir el motor y que las lanchas pudieran alcanzar a los piratas, pero las condiciones habían muy complicado un disparo preciso: el esquife se movía a unos 17 nudos… Y en cuanto al capitán del Alakrana, no pudo oír los disparos porque se hallaba ya a una milla de la acción. Fuentes militares indican que no fue posible dar caza a los asaltantes, pero no fue por falta de ganas. La tercera incógnita del secuestro del Alakrana fue el anunciado «traslado a tierra» de tres de los rehenes españoles, con la amenaza de que si no se cumplían las condiciones de los piratas, se les daría muerte, primero a ellos y a continuación de otros grupos, de tres en tres… La información, según se ha comprobado, fue falsa, y se discute sobre su origen: llegó a los medios informativos españoles en aquellas horas de enorme tensión, y las ratificó el propio patrón del barco. Se menciona que «la noticia» pudo haber sido originada, o difundida, por el CNI, y de ahí que la ministra afirmara que sabía exactamente dónde estaban retenidos los tres marineros bajados del barco. Parece, en todo caso, que los piratas fingieron llevar a tierra a los marineros españoles precisamente para evitar una operación de asalto al Alakrana.

¿Se pudo resolver la situación de otro modo, como presupone el PP en sus críticas parlamentarias? Parece dudoso.

JOSE CAVERO

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