Consuelo Sánchez-Vicente – Les queríamos en casa.


MADRID, 25 (OTR/PRESS)

Los argumentos que esgrimió ayer en el Congreso la vicepresidenta de la Vega para no revelar «por responsabilidad» dato alguno sobre quien y cómo se pagó el pago del rescate del «Alakrana» o la negociación con los piratas son apreciables y razonables, ya que si nuestro país fuera por ahí haciendo públicos los entresijos de la cooperación de nuestros servicios de inteligencia con los de los países que nos han ayudado a traer vivos a casa a los marineros secuestrados, ninguno de esos países volvería a colaborar con nosotros; y apañados iríamos. El trabajo de los espías bordea – cuando no ignora – la ley, y pretender ir de espíritu puro en este asunto son ganas de negar hipócritamente la realidad. Las relaciones entre los servicios de espionaje del mundo, son como su trabajo, oscuras.

Yo no tengo ninguna duda de que la oposición tiene que controlar el gobierno y que su obligación es preguntar cualquier cosa que considere relevante para los ciudadanos y la obligación del gobierno responder. Pero la impresión que a mi me quedó tras el pleno de ayer es que el gobierno tiene razón cuando asegura que para la mayoría de los españoles lo relevante de este asunto es que los marineros ya estén libres y en casa. La cuestión del rescate, teniendo su morbo, a mi me parece que ahora mismo importa mucho menos en la calle de lo que piensa el PP. Y creo que cuando la portavoz popular se recreó ayer en apretarle las tuercas a la vicepresidenta con que los piratas habían «timado» a los espías españoles un millón de euros y demás aspectos bochornosos de la negociación, se equivocó. Que se pasó de frenada.

Si el secuestro hubiera acabado mal sería distinto, pero en lo que a la prioridad ciudadana se refiere, en lo que todos coincidíamos mientras duró: que el gobierno hiciera todo lo posible para liberar a los secuestrados cuanto antes, ha terminado bien. Una vez que están en casa, escuchando lo que han sufrido, lo políticamente relevante creo que no son las tripas del rescate, ni si hubo o no hubo «timo». El relato de los secuestrados del «Alakrana» tiene tanta fuerza que lo políticamente relevante, en mi opinión, coincide esta vez con lo único importante desde una óptica puramente humanitaria: que ya están en casa, y les ha traído el gobierno

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