MADRID, 28 (OTR/PRESS)
Las bolsas vivieron esta semana varios episodios que sembraron muchas dudas sobre la recuperación económica. Aún así, el saldo de los cinco días fue positivo en Europa y también en el IBEX, un 0,5 por ciento. Parece que los problemas en el sector financiero no acaban. El FMI aseguraba hace unos días que los bancos están mintiendo y que aún no han aflorado la mitad de su deterioro. Incluso las entidades chinas podrían estar en situación de necesitar más capital. Además, el colapso financiero en Dubai al pedir prórroga para saldar sus deudas han hecho ver a los inversores que las cosas aún no están solucionadas y que las sorpresas pueden seguir llegando y amargando la buena racha.
En todo caso, los 12.000 puntos se le están antojando al IBEX un sueño imposible. El lunes, sin duda será clave para ver cómo se toman los mercados, después de dos festivos, la realidad de la situación del emirato árabe. El miedo lógicamente es al contagio y se mirarán con lupa los derivados de crédito que andan repartidos por bancos de todo el mundo, también europeos.
Aquí en España nos desayunamos con un artículo en The Economist que nos ponía a caer de un burro. A la revista británica no le gusta nada el optimismo antropológico de Zapatero y cree que somos ya el hermano pobre de Europa. Y no le falta razón. Eso lo venimos diciendo muchos hace mucho tiempo, pero bienvenidos. En todo caso, lo de Zapatero es muy preocupante. Ahora se ha marcado una ley, la de la Economía Sostenible, que no deja de ser una ley escoba que ha ido recuperando proyectos y que no aborda los principales problemas del país y por supuesto no aborda las principales reformas. Otra vez el coche eléctrico, la cosa limpia y verde, las deducciones a la vivienda… Pero dónde está la reforma que le pide el mundo entero y que se refiere al mercado de trabajo y a la educación, y a la reducción del exasperante gasto público. Hay que empezar a pensar que Zapatero es más que un irresponsable y que le importa un comino la situación presente y futura de los españoles, los mandobles que nos arrean los organismos institucionales y el descrédito en el que hemos caído como país. Qué desgracia.
