MADRID, 28 (OTR/PRESS)
El proceso de fusiones de las cajas de ahorros, que tiene en pie de guerra a varias ciudades de España y en vilo a miles de trabajadores, que van a perder sus buenos empleos, sigue su curso pero tampoco avanza a la velocidad de crucero que le gustaría observar desde tierra firme al Banco de España, cuya neutralidad e independencia comienza a resentirse, en medio de situaciones y conversaciones a los que sus altos ejecutivos no estaban acostumbrados.
El supervisor intenta dar lecciones a las cajas y a los gobiernos autónomos, que también tienen competencias en esta materia, pero le cuesta recibirlas cada vez que le preguntan desde la periferia: ¿oye, por cierto, y tú donde estabas cuando se fueron acumulando los problemas en las cajas? Es fácil exigir a los demás. Dar o al menos brindar una disculpa, ya cuesta más. Pero no es ése el único punto débil del Banco de España.
En este proceso de saneamiento y fusión de cajas, para conseguir que todas sean solventes, el gobernador Miguel Angel Fernández Ordóñez, Mafo, sería más creíble si aplicase a la banca los mismos criterios que a las entidades de ahorros. ¿O acaso no hay bancos con los mismos problemas que ciertas cajas? La pregunta no supone disculpar a ninguna caja, solo indaga sobre un posible trato discriminatorio, que además está llevando a algunos afectados a sostener la hipótesis de que lo que el Banco de España pretende es bancarizar todo lo que pueda el sector financiero español, donde, no nos olvidemos, más de la mitad del negocio está hoy en manos de las cajas. Y puestos a exigir neutralidad a un organismo que está obligado por ley a practicarla, el Banco de España también debería hacer desaparecer cualquier sombra de duda sobre tratos de favor a cajas y/o comunidades vinculadas a un determinado partido. Si las fusiones se van a cocinar con las recetas de Génova y Ferraz, vamos mal, gobernador.