Fernando Jáuregui – No te va a gustar – Problemas en todos los frentes.


MADRID, 30 (OTR/PRESS)

A España se le acumulan los problemas exteriores: con el Rey, el presidente, la vicepresidenta primera y el ministro de Exteriores asistiendo a la «cumbre» iberoamericana de Estoril, desde la que escribo, se produce el secuestro de tres cooperantes españoles en Mauritania. Y se agrava cada vez más el «caso Haidar», la activista saharaui que rechaza las soluciones que le propone el Gobierno español para que abandone su huelga de hambre-protesta. Debo decir que pocas veces he visto al jefe de la diplomacia española, Miguel Angel Moratinos, más aparentemente enfadado -aunque tratando de mantener la compostura-ante la actitud escasamente cooperadora de la señora Haidar.

El Gobierno español ha podido salir relativamente bien librado del secuestro de los pescadores del «Alakrana». Ha superado los desentendimientos con los Estados Unidos y ahora se prepara para ejercer, lo más brillantemente que se pueda, la presidencia semestral de la Unión Europea, dentro de un mes. Era perceptible una cierta satisfacción en el equipo de Zapatero ante la marcha, ahora, de las cosas, al menos en el campo exterior. Lo que ocurre es que los problemas le crecen al Ejecutivo y no le dejan degustar suficientemente las cosas buenas.

Y, así, el papel que España está jugando en la «cumbre» iberoamericana de Estoril, que es un encuentro multilateral que España sufraga en buena parte, no está siendo muy brillante: a Moratinos, que tuvo un meteórico encuentro con los periodistas que cubrimos informativamente esta «cumbre», se le nota disperso por la multitud de frentes a los que debe atender, desde Haidar hasta sus conversaciones telefónicas con los presidentes de Mauritania y Mali buscando resolver cuanto antes un secuestro que podría, piensa, llevar nada menos que la firma de Al Qaeda.

Pero no solamente eso: la verdad es que el liderazgo de la «cumbre», pese a la nutrida presencia de mandatarios españoles y a la generosa financiación española, está correspondiendo más al brasileño Lula que a cualquier otro. Qué duda cabe de que, en la recta final de su mandato, Lula está «en racha» y allá donde va se convierte en el protagonista.

Algo de lo que España se resiente calladamente; sobre todo, cuando es Brasil y su activa diplomacia quien impulsa una posición, que España juzga inconveniente, de rechazo total al resultado de las elecciones en Honduras, una cuestión en la que Zapatero, y sobre todo Moratinos, han impuesto cierta ambigüedad y cautela. A España no le gusta la marcha de las cosas en el pequeño país centroamericano, pero menos le está gustando que Honduras haya polarizado las posiciones en la «cumbre» iberoamericana, haciendo casi olvidar la agenda oficial, centrada en el cambio climático y en la innovación. Cuestiones abordadas más con retórica que con soluciones oficiales.

Para colmo, a la «cumbre» han faltado los jefes de los Estados más «contestatarios», desde el venezolano Chavez -que no quiere que en Estoril se traten sus divergencias con Colombia- hasta el cubano Raúl Castro, pasando por Evo Morales o el nicaragüense Daniel Ortega. Unas ausencias que a la diplomacia española le parecen, aunque no lo diga en público, coordinadas. Cada vez más, los «estados bolivarianos» se concentran en abofetear estos encuentros iberoamericanos, de los que siempre salen escasos resultados prácticos, pero que, al menos, sirven para encontrarse y abordar conjuntamente los problemas. La cuestión es, claro, que uno de los problemas a abordar son precisamente ellos, los ausentes.

Así que ¿cómo iba a estar contento Moratinos? Crecen las apuestas por ver si Zapatero, en su encuentro con la prensa de este martes, clausurando la «cumbre», se muestra algo más contento, aunque solo sea aparentemente.

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