José Cavero – En busca de los tres cooperantes.


MADRID, 1 (OTR/PRESS)

Después del mes y medio que los secuestradores del Alakrana nos tuvieron en vilo ha comenzado otra historia «para no dormir» que tiene por protagonistas, de un lado, a otros secuestradores, presuntamente de Al Qaeda, y de otro a tres cooperantes españoles. El Gobierno ya ha activado todos los mecanismos a su alcance para intentar dar con el paradero de los tres cooperantes españoles secuestrados en Mauritania, convencido de que los captores pertenecen a una facción de la trama terrorista Al Qaeda y teme, además, que el rapto se prolongue durante mucho tiempo.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, mediante las gestiones realizadas por el ministro de Exteriores y la vicepresidenta primera consiguió movilizar a los Gobiernos de Mauritania y Mali y ha obtenido permiso de los primeros para desplegar en la búsqueda de los cooperantes a los efectivos que la Guardia Civil y el Centro Nacional de Inteligencia tienen destacados en territorio mauritano para impedir la salida de pateras rumbo a Canarias. El Ejecutivo, además, se ha mostrado dispuesto, desde el principio, a aportar información sobre el curso de los acontecimientos y a mantenerse en estrecho contacto con las familias de los secuestrados y con el Gobierno catalán, en un intento evidente de no volver a cometer los errores del Alakrana.

El Gobierno español está convencido de que el secuestro de los tres cooperantes de la ONG catalana Barcelona Acció Solidària, ocurrido el pasado domingo en la principal carretera de Mauritania, es obra de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), la extensión norteafricana de Al Qaeda. La duda es si los terroristas querían detener a extranjeros o buscaban específicamente a españoles. De ser cierta esta última hipótesis, el precio político y económico del rescate podría ser más elevado que el exigido en los anteriores secuestros, señalan expertos que asesoran al Ejecutivo. Sus temores se fundamentan en la información que les transmite el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que, como en el caso del pesquero Alakrana, coordina el seguimiento y la respuesta al golpe terrorista.

Curiosamente, el primero en apuntar a la autoría de Al Qaeda fue el presidente mauritano, Mohamed Ould Abdelaziz, quien ya el domingo habló con el ministro de Exteriores español, Miguel Angel Moratinos. Le indicó que, por los casquillos y «las huellas que dejó el vehículo que participó en el secuestro», se trataba de ese grupo terrorista. Los tres secuestrados son Albert Vilalta, Alicia Gámez y Roque Pascual. Viajaban en el último vehículo de un convoy de la ONG Barcelona Acció Solidària por la principal carretera del país que une Nuadibú, el mayor puerto mauritano, con Nuakchot, la capital. Las operaciones para su búsqueda están coordinadas por el Estado Mayor del Ejército Mauritano y en ellas participan dos aviones del ejército del aire, cinco patrullas de la policía y efectivos del ejército de tierra. España ha ofrecido los medios que la Guardia Civil tiene en el país para luchar contra la inmigración ilegal.

En Mauritania se han producido varios atentados terroristas estos últimos años, pero el secuestro de occidentales no tiene precedentes. La zona por la que transitaban es considerada como segura y no está incluida en las recomendaciones de áreas a evitar que realizan las embajadas europeas. En los comunicados y proclamas de Ayman el Zawahiri, brazo derecho de Osama Bin Laden, Francia y España -las ex potencias coloniales del Magreb- han sido siempre objetivos predilectos. Al Qaeda volvió en octubre a demostrar su obsesión con España al bautizar su productora, que fabrica vídeos y los cuelga en Internet, como Al Andalus, el nombre con el que los árabes se refieren a la Península Ibérica cuando estaba islamizada. Según señala Fernando Reinares, investigador sobre terrorismo del Real Instituto Elcano, «sus muestras de animadversión hacia España y los españoles no son menos notables». «Los rehenes españoles son para Al Qaeda un botín más suculento que los austriacos, suizos, alemanes o canadienses que secuestró meses atrás», dice otro experto que menciona El País. «De ahí que intente obtener mayor tajada».

Además del dinero, podría pedir la liberación de presos islamistas en cárceles españolas o incluso en argelinas y mauritanas. Todos los anteriores secuestros duraron, como mínimo, seis meses y se saldaron -excepto en un caso que acabó en asesinato- con la liberación de los rehenes en Malí, el país a donde fueron trasladados, a cambio de un rescate negociado a través de intermediarios y que osciló entre tres y cinco millones de euros. Los tres catalanes estarán probablemente de camino hacia ese santuario terrorista en el norte de Malí. Durante los largos meses que duraron los secuestros, los rehenes nunca fueron localizados.

Tenemos otra historia que seguir, con evidente preocupación, y seguros de que también resultará cara de resolver con final feliz.

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