Consuelo Sánchez-Vicente – Aprender la lección


MADRID,6 (OTR/PRESS)

Me parece que es injusto y mentira culpar al gobierno español del posible desenlace fatal del «caso Aminetu», como la propia activista saharaui de los derechos humanos en huelga de hambre desde hace veintitrés días en el aeropuerto de Lanzarote hizo tras su fallido regreso a El Aaium en la dura nota que leyó en su nombre su abogada a los medios de comunicación. Ahora, torpe hasta decir basta, sin embargo, si que ha estado y está desde mi punto de vista nuestro gobierno. Practicando primero ese buenismo cegato de resultados «como sea» del que hace gala el actual presidente del Gobierno, como si pensara que posee una magia todopoderosa. Y minimizando después el asunto. Porque encomendar el «caso Aminetu» a un funcionario de tercer nivel como el jefe de gabinete del ministro Moratinos, dicho sea con todos los respetos, es no tener ni idea de quien es esta señora, ni de su determinación, ni de hasta que punto representa para Marruecos un problema político de primera magnitud

Lo que antes pudo hacerse ya es pasado, y la carrera ahora es por tratar de salvar una vida. Sería estupendo que cuando salga este artículo ya esté solucionado; pero lo que tenemos por delante es un monstruoso enredo sin más salida que ver morir de hambre a Aminatu Haidar, o jugar la única carta que me temo que queda a estas alturas, la carta de la compasión. Que el presidente Zapatero o el propio Rey Juan Carlos le piden personalmente clemencia para Aminetu al Rey Mohamed VI, y que este se la conceda. Ojalá no demasiado tarde.

Lo único seguro, para mi, es que Aminetu Haidar se dejará morir de hambre ante nuestros ojos si no consigue volver a casa «con o sin pasaporte». Y que tenemos que aprender la lección. Doy por hecho que la dura nota leída por su abogada es fruto literalmente de la voluntad de Aminetu y no de la manipulación de quienes la rodean, como se ha insinuado en medios oficiales. Pese a estar ya muy debilitada por su huelga, la señora Haidar ha acreditado voluntad y convicciones de hierro toda su vida, sin ceder nunca ni en la cárcel ni a las torturas marroquíes. Sus últimos reproches «escritos» al gobierno español son no solo coherentes sino coincidentes con los que hemos oído de sus propios labios. Por lo que acusa al gobierno Zapatero de vergonzosa complicidad, de hacerle el trabajo sucio a Marruecos, e incluso de traición, es por aceptar, con la mejor intención pero contra nuestra propia ley de extranjería, que Marruecos la «devolviese» a Lanzarote sin pasaporte ni documento de viaje alguno desde El Aaium, donde volvía tras recoger un premio en los Estados Unidos. No la menospreciemos otra vez.

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