MADRID, 7 (OTR/PRESS)
Llegamos a la cumbre del Clima, en Copenhague, en medio de una enorme curiosidad y expectación sobre los resultados finales. Hay una impresión dominante: que los países más ricos, y por tanto más contaminantes, llegan a la Cumbre con ofertas insuficientes. Tan sólo la UE, Noruega y Suiza ofrecen bajar su CO2 al nivel recomendado por los científicos. Y sin embargo, las ayudas económicas y los compromisos a largo plazo de EE.UU. serán determinantes…
Hay unanimidad en considerar que nos hallamos ante la «última ocasión para salvar el clima» y se coincide en señalar que la negativa de China e India a auditar sus emisiones será el principal escollo a salvar. Se espera que a la cumbre de Copenhague acudirán del orden de veinte mil personas, de ellas, cinco mil delegados oficiales y unos 15.000 no delegados, entre ellos periodistas, ONG»s, fundaciones y otros observadores. Está previsto que acudan cerca de un centenar de jefes de Estado o de Gobierno, entre ellos los 27 de los países de la Unión Europea, más los de Estados Unidos, China, Brasil, Méjico, la India, Australia e Indonesia.
Esta cumbre será la número 15 Conferencia internacional sobre cambio climático que organiza la ONU. El proceso que ahora finaliza en la capital danesa ha estado precedido por numerosas reuniones de menor nivel. En la Tercera de estas cumbres, en Kioto, en 1997, se aprobó el Protocolo vigente, y la cumbre siguiente se ha programado para el año que viene en Méjico…
Sin embargo, la presencia de jefes de Estado y de Gobierno, incluido Barak Obama, permite cierto optimismo. No es menos cierto lo que proclama el jefe negociador europeo: la negociación se resuelve el último día a medianoche… Pero es un hecho relevante, sin duda, que más de 190 países acudan a Copenhague a esta cumbre que aspira a cambiar la forma de vivir de todos, limitando el aumento de temperatura a dos grados sobre el nivel preindustrial. Llegan a la conclusión los estudiosos de que es necesario reducir las emisiones de CO2 en un 25-40 por 100 para 2020 y un 50-80 por 100 para 2050. Y es una reclamación que se hace a todos los países, sea cual sea su nivel de desarrollo: los países desarrollados deberán ayudar a las naciones en desarrollo a limitar sus emisiones y lidiar con los impactos del cambio climático, así como a facilitar el acceso a tecnologías limpias. En cuanto a los países en desarrollo, se les pide que se comprometan a limitar el crecimiento de sus emisiones entre un 15 y un 30 por 100 sobre lo que van a emitir en 2020… En este sentido, las ayudas económicas y los compromisos a largo plazo de EE.UU. resultarán determinantes.
La cumbre de Copenhague arranca entre el optimismo por la asistencia de algunos de los líderes de mayor importancia, como el mencionado Obama, y la polémica que muy recientemente provocaron informaciones sobre supuestas manipulaciones de estudios científicos.. Eso sí, la ONU ha defendido las conclusiones de sus informes científicos y sostiene que el origen humano del calentamiento es inequívoco.
¿Y nuestro país? Dicen los expertos que España llega a esta cumbre tras haber enderezado su rumbo: en efecto, desde 2005, el incumplimiento del tratado de Kioto se ha reducido en 20 puntos, en buena medida gracias a la crisis económica, que ha forzado la disminución de no pocas actividades industriales. Lo cierto es que el presidente Zapatero podrá presumir ante Obama de que su energía eólica ya supera a la nuclear. El Gobierno español admite que una parte importante de la bajada de emisiones es debida a la crisis, pero también está convencido de que cuando empiece la recuperación, no habrá repunte de las emisiones de dióxido.