Francisco Muro de Iscar – Un sinsentido.


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

A los políticos, como a cualquier persona, hay que pedirles sentido común y coherencia por encima de todas las demás cosas. Cuando esto falla, solo queda la arbitrariedad.

Este viernes se votará en el Parlamento catalán una iniciativa legislativa para prohibir las corridas de toros en Cataluña. Esta idea genial de la izquierda nacionalista lo que persigue es acabar con la fiesta «nacional» porque es un contrasentido ser catalán y permitir que se celebra una fiesta «españolista» en sus ciudades. Yo, que no soy un aficionado a los toros, entiendo bien a los antitaurinos y a los defensores de los toros, pero ni me parece un asunto urgente ni importante, con la que tenemos encima. Pocos proyectos de ley, han movilizado a tantos a favor y en contra y sea cual sea el resultado final, se presentará como una victoria de los independentistas y una derrota de la idea de España o al revés. En todo caso, habremos creado un problema nuevo en lugar de buscar una solución a tantos como tenemos.

Pocas horas antes se votaba el proyecto de nueva Ley del Aborto en el Congreso de los Diputados. Ni estaba en el programa del PSOE ni es un buen proyecto de ley -es el peor posible incluso en su redacción- ni garantiza la vida del no nacido como ordena la Constitución. Y, además, permite que niñas de 16 o 17 años puedan abortar sin la conformidad o el conocimiento de sus padres. En la tramitación se ha logrado el apoyo de grupos políticos que no sabían lo que habían acordado, pero sí habían recibido contrapartidas a cambio. Es, sin duda, una ley que abre las puertas al aborto prácticamente libre, que no hará disminuir los abortos en España -una verdadera tragedia con costes terribles especialmente para las mujeres-, que no aborda las causas primeras que llevan a esa situación, que va directamente contra la objeción de conciencia de los médicos y provoca inseguridad jurídica, y que no protege y apoya a la mujer que quiere ser madre ni a las familias. Eso sin contar la obligatoriedad de enseñar las técnicas abortivas a todos los estudiantes de carreras sanitarias, sin tener en cuenta ni su futura especialidad ni que estudian para convertirse en cuidadores de la vida y no en ayudantes de la muerte. Sin duda alguna, la ley más radical e ideologizada de las aprobadas en España y posiblemente en Europa en este ámbito.

Pero lo más grave es el sinsentido cuando se habla de ambas iniciativas conjuntamente. A los que les preocupa la muerte de un toro de lidia en la plaza no les preocupa la muerte de un concebido que ya es persona y que como tal es objeto de tutela constitucional. Y para mayor escándalo, los grupos políticos darán libertad de voto a sus diputados para la ley antitaurina -se respeta la libertad de conciencia-, y se la niegan para votar la ley del aborto. Esa falta de coherencia y de sentido común me parece otro síntoma claro de que hace falta una regeneración institucional y un cambio de valores en la política y en la sociedad.

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