MADRID, 22 (OTR/PRESS)
Ahora resulta que para algunos párrocos los mandatos de Roma son cuestionables y la Iglesia en la que militan ya no es una organización jerarquizada, lo que la ha hecho pervivir por los siglos de los siglos, sino otra cosas mas parecida a un partido político. La reacción de un grupo de párrocos vascos contra el nombramiento de monseñor Munilla y la de su antecesor Juan María Uriarte alegando que «no es uno de los suyos» es visto desde fuera cuanto menos como algo insólito. Desde siempre los curas vascos han hecho política desde los púlpitos y no siempre han querido de igual manera a todos sus hijos. El hecho de que ETA naciera en una sacristía y que los asesinos fueran tratados mejor que las victimas, en muchas ocasiones, ha abierto no pocos recelos no solo en la jerarquía eclesiástica sino también entre los católicos tanto vascos como del resto de España. Sabemos bien cómo Setién hacía las cosas y cómo siempre que podía se situaba al lado del nacionalismo para bochorno de muchos. En cuanto a Juan Maria Uriarte, fue el obispo que reclamó el acercamiento de los presos etarras nada menos que en el funeral de nuestro compañero el periodista López de Lacalle. También fue el quien en el funeral por el empresario Ignacio Uría obvió cualquier alusión al terrorismo en la homilía como si en vez de recibir un tiro en la nuca hubiera fallecido de muerte natural.
Los obispos vascos siempre han estado bajo sospecha por su mal entendida equidistancia. No es extrañar que algunos les hayan echado en cara que mientras alzan su voz contra el aborto o la pena de muerte no hagan lo propio cuando un banda de asesinos ejecuta su orgía de sangre y dolor. Ahora mandan a la diócesis a un obispo que no es nacionalista pero siempre ha estado al lado de los mas pobres y eso es realmente lo que les duele a sus colegas y por supuesto al PNV.
Urkullu, como no podía ser menos, se ha puesto al lado de los curas rebeldes y ha acusado a «los jerarcas de la Iglesia católica del Estado español» de ser responsables del conflicto «por haberse entrometido en el ejercicio de la política». Vamos, que la Iglesia es deleznable si se mete en el campo de los políticos, pero los políticos pueden entrar a saco en el campo de la Iglesia y encima pedir que nadie les haga un ruidito. Lo que le duele al PNV es simple y llanamente que están fuera de juego y tras perder el poder observan día a día cómo el PSOE, con el apoyo del PP, intenta hacer una ejercicio de normalidad en una tierra muy necesitada de ella. Por eso respiran por la herida y se muestran dolidos con cualquier tipo de cambio sea que el que sea. Da igual que se elija a un obispo no nacionalista para su diócesis que el hecho de que la ETB este año emita el mensaje navideño del Rey. Cualquier cosa que rompa con sus tradiciones y que se distancie lo mas mínimo de su forma de entender el poder, ellos lo convierten en una agresión a los intereses de su tierra. Sea como fuere, el PNV tan apegado a las sotanas debería saber de sobra que al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.