Francisco Muro de Iscar – Requiem por la Universidad.


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

Muchos expertos dicen que cuanto más alto sea el acceso a todos los niveles de estudio de los ciudadanos, cuanto más se democratice la educación, más posibilidades hay de desarrollo y de crecimiento económico. La afirmación es poco discutible si hablamos de la teoría. En la práctica las cosas no siempre son como el libro de instrucciones de lo políticamente correcto. Y casi siempre la teoría se rompe cuando hablamos de la Universidad. De la Universidad española, hoy.

En apenas veinticinco años hemos pasado de contar con 35 Universidades a tener 77, 27 de ellas privadas. Tenemos 165 campus presenciales, tres de media por provincia, aunque el número de alumnos ha caído un 16 por ciento desde 1996. Hay casi veinte Universidades con pérdidas de alumnos tan importantes que si fueran empresas tendrían que declararse en quiebra. No tienen clientes. El 74 por ciento de sus recursos procede de la financiación pública, sólo el 8 por ciento del cobro de tasas académicas y un exiguo 18 por ciento de otros ingresos contratos con empresas, subvenciones, etc-. Un desastre. El coste de los alumnos que dejan sus estudios cada año representa 660 millones anuales, el 18 por ciento de la inversión total y un 0,20 por ciento de PIB. La media para terminar una carrera de cuatro años es del doble, ocho años. Se lo pagamos los contribuyentes.

Acabo de pasar por Salamanca. La prestigiosa Universidad salmantina ha perdido un 10 por ciento de los estudiantes de las carreras técnicas y de ciencias en sólo 10 años, casi cuatro mil alumnos, uno de cada tres. Lo mismo podríamos decir de otras veinte Universidades, el 25 por ciento del total. Es difícil ver otro sector cualquiera del mundo de la cultura -excepto el cine- que presente unos números peores y una ineficiencia mayor. La Universidad Complutense cierra sus instalaciones desde el 24 de diciembre hasta el 6 de enero para ahorrarse 600.000 euros en luz, calefacción, teléfono, etc. El rector de Santiago de Compostela ha dicho que podría no estar en condiciones de abrir las puertas en enero. En León, una auditoría reconoce un agujero de 27,4 millones de euros. Un 40 por ciento de las carreras implantadas en el curso 2007-2008 tienen menos de 55 alumnos de nuevo ingreso que no justifican la plantilla de profesores, las instalaciones y los gastos generales para atender a estudiantes que sólo pagan el 8 por ciento de lo que cuestan sus estudios. Las comunidades autónomas, asfixiadas por la crisis, ahogan los centros universitarios que ellas mismas quisieron crear.

¿Cómo vamos a llegar al objetivo Bolonia si estamos en la ruina? El estado de la Universidad es el termómetro de futuro de una sociedad que debería apostar por la I+D+i a tope y que tiene una enseñanza universitaria ineficaz, ineficiente e insostenible. Pretender transformar el monstruo que hemos creado en una eficiente fábrica de inteligencia y desarrollo es un imposible. Lamentablemente, porque ni siquiera el estamento universitario es consciente de ello.

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