MADRID, 22 (OTR/PRESS)
En la política, como en el resto de actividades de la vida, también ha chicos malos. Ahí están, como ejemplo -mal ejemplo- algunos dirigentes del PNV. Llevan toda la vida quejándose de lo mal que les va en España pero nunca hablan de las ventajas fiscales que disfrutan en Euskadi gracias a un Concierto que les convierte en una isla privilegiada en relación con sus vecinos. Durante la Transición, todos los partidos políticos renunciaron a algo: los franquistas al monopolio del poder, los comunistas a la dictadura del proletariado; los socialistas a la República; los anarquistas a la justicia de la Historia, todos, ya digo, renunciaron a algo en aras de aquél ideal común superior que fue la reconciliación entre los españoles volcados en cerrar las heridas de la guerra civil y la posterior dictadura. Todos, ya digo, renunciaron a algo. Todos menos los nacionalistas vascos del PNV -ERC era un partido residual en los tiempos de la Transición. Durante más de veinte años han ocupado el poder en el País Vasco – ocupación en el sentido literal del término- y ,aún así, han seguido haciéndose las víctimas y fingiendo ignorar la Constitución. Jugando siempre con dos barajas.
Exigiendo, siempre, al Estado, al tiempo que negaban sus misma existencia por vía de los pellizcos de monja: un día no colocando la bandera española en los lugares públicos correspondientes, otro, montando «embajadas de Euskadi» por el mundo y siempre ignorando el discurso del Rey en Nochebuena porque claro, «su» televisión (ETB) tenía cosas más importantes que emitir. Ya digo, chicos de buena familia, jugando a parecer chicos malos. Hay que felicitar a Alberto Surio, director general de ETB por tomar una decisión – emitir la alocución navideña del Rey-, que, por su carácter simbólico, define mejor que ninguna otra el vuelco político democrático acaecido en el País Vasco. «Zorionak», Alberto.
FERMIN BOCOS