MADRID, 23 (OTR/PRESS)
Puede que me adelante algo, cosa que no siempre es buena, pero sospecho que en los próximos días vamos a asistir a un aluvión de premiados como «los mejores de 2009», una justa paralela también a la proclamación de «los peores» de este año que se nos va, y bien ido sea. Comprendo que en la segunda categoría, los suspendidos, los aspirantes sean muchos: a mí me salen docenas de candidatos. No así en el apartado de los mejores, donde los nombres positivos a lo largo de 2009 han de ser buscados con lupa.
Me dicen que el presidente del Gobierno anda algo mosqueado porque se sabe candidato a ciertos oscar a los peores en 2009. Un título que seguramente no será del todo merecido -los hay bastante más nefastos-, pero que sin duda corresponde a los deseos de muchos votantes en Internet y en ciertas encuestas de papel. Creo que hay muchos impresentables antes que Zapatero, blanco, no obstante, de las iras de cuantos no piensan como él y hasta de algunos que creían pensar como él. Pero también pienso que del ZP del talante magnífico y magnánimo va quedando bastante menos: me parece que incluso está empezando a perder, como consecuencia del «annus horribilis» 2009 que ha atravesado, hasta sus últimos brotes verdes de sentido del humor.
Pero hablaba de quienes, en mi muy particular encuesta, son los mejores. Y hemos tenido ejemplos de buen hacer, incluso en el terreno político, y hasta en el Gobierno, a lo largo de estos últimos doce meses que ahora nos concluyen. Si yo estuviese, que no estoy, en un jurado para premiar a los mejores de 2009, el primer premio se lo daría, casi sin dudar, a Trinidad Jiménez, la ministra de Sanidad que hubo de enfrentarse con algo que el pasado verano provocaba temblores a cualquier sargento de la Legión que se preciase, y que ahora, en cambio, constituye casi un mal pasajero e inevitable: la gripe A. Ha sido la crisis mejor resuelta por un Gobierno que, a mi entender, se ha lucido bastante en lo internacional -ya sé que no todos comparten esta opinión_y ha naufragado en lo económico y en algunas parcelas de lo social. Así que «Trini», que ha fracasado antes en algunos lances políticos, se ha lucido, sin embargo, en este difícil trago, bien resuelto a base de generar confianza en los ciudadanos.
Confianza: he ahí la palabra. La que se esfuerza en insuflar a los vascos Patxi López -otro candidato al «top ten» de los mejores en 2009-, con la ayuda del «popular» Basagoiti; esa confianza que no sienten por nuestra clase política los encuestados por el CIS. Esa confianza que parecen no querer inocular en el electorado, pactando lo que tienen que pactar, ni Zapatero ni Rajoy, que ya ni siquiera hablan de verse, antes de que comience el 2010 de penitencia, en La Moncloa.
El peor cliché consiste en exacerbar la idea de que el pacto es imposible, de que las distancias entre uno y otro son siderales. A Trinidad Jiménez, como, en otro orden de cosas, al titular de Interior, Pérez Rubalcaba, hay que reconocerles que han sabido forzar el acuerdo con el PP para poder presentar un frente unido con el PP en materias puntuales, demasiado puntuales. Pero pare usted de contar: quitamos a Moratinos, a Fernández de la Vega en lo que el toca, a Rubalcaba y a Trini, y no hay en el Gobierno a quien premiar con los galardones a la excelencia en 2009. Claro que si usted busca en la oposición, el panorama desde el puente no será mucho mejor. Así que en esas andamos. Menos mal que hoy tocan turrón y villancicos, deseos de paz para todos y premios naranja en vez de premios limón, que si no…