Antonio Casado – Sostiene el Rey


MADRID, 25 (OTR/PRESS)

Visto desde la posición del comentarista, lo malo y lo bueno de los mensajes de la Corona es que sirven para un roto y para un descosido. Se los podemos endosar a los buenos y también a los malos. Las recomendaciones de don Juan Carlos convienen al Gobierno y al PP, al poder y a la oposición, a la derecha y a la izquierda. A ver quien va a reprobar un llamamiento a la unidad en nombre de los intereses generales, por ejemplo. Pero a ver quién se da por aludido si el Rey menciona el «liderazgo responsable» y «la voluntad de acuerdo» como resortes de la deseable y exigible remada conjunta para salir de la crisis económica. La culpa siempre será del otro en la respectiva valoración de los dos grandes partidos del espectro político nacional, enzarzados en esa reyerta permanente que llamamos «crispación».

Sumar voluntades en asuntos de Estado e impedir que las legítimas diferencias ideológicas frenen la salida de la crisis económica. Son los dos emplazamientos cardinales del mensaje navideño del Rey, dirigido a todos los españoles antes de la cena familiar de la Nochebuena desde el escenario televisivo habilitado en la Sala de Audiencias del Palacio de la Zarzuela. Pero ninguna de esas dos peticiones de la primera autoridad del Estado tendrá posibilidades de prosperar mientras la propia crisis económica, como primer elemento de la realidad, siga siendo al mismo tiempo el primer resorte de la oposición para echar del poder a sus adversarios políticos. Es una constatación de hechos y no tanto una valoración subjetiva de la estrategia política decidida por el PP para ganar al PSOE en las próximas elecciones generales.

Hay otro rasgo ineludible en la glosa anual del mensaje navideño de don Juan Carlos. Es el que se deriva del precepto constitucional que exime al Rey de responsabilidad política. O sea, el que le niega validez a sus actos si no están refrendados por el presidente del Gobierno y, en su caso, por los ministros. Frente a esta singularidad, perfectamente descrita en la Constitución Española, nunca estaremos libres de que el principal partido de la oposición, el aspirante al poder, ponga bajo sospecha de inspiración gubernamental los llamamientos del Rey. Por ejemplo, la fijación del crecimiento como el principal reto para combatir el desempleo sin descuidar «la más alta protección de quienes lo padecen» ¿No refleja esta formulación la quintaesencia de la política del Gobierno Zapatero para superar la crisis económica sin dejar a nadie en la cuneta?

Todo eso explica que sea tan difícil aproximarse a este tipo de mensajes de la Corona compartiendo sin más que, como dijo don Juan Carlos al principio de la alocución de este año, se trata de «compartir ideas y sentimientos». No es cosa de ponerlo en duda si nos atenemos a la intención del Monarca. Pero tampoco creo que los actores políticos del teatro nacional quieran quedarse ahí. La tentación será utilizarlo contra el adversario. Por desgracia.

Antonio Casado

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