MADRID, 25 (OTR/PRESS)
Cada año, desde la llegada del Rey Juan Carlos a la jefatura del Estado, espero a que pronuncie su discurso navideño para empezar la cena de Nochebuena. En tanto tiempo como lleva apareciendo en la pequeña pantalla, nunca me ha defraudado porque al contrario de los políticos de turno, el Rey tiene la virtud de poner el dedo en la llaga sobre los problemas que verdaderamente preocupan a la ciudadanía.
En esta ocasión abordó temas que tienen encrespada a mucha gente, a muchos ciudadanos de bien, qué ven como quiénes tendrían que esforzarse por limar asperezas, por tirar del carro, por consensuar en época de grave crisis económica, viven instalados en la crispación y en la negación, de ahí el interés del Rey porque se «superen tensiones y divisiones, sobre la base de los principios y valores que alimentan lo mejor de nuestra convivencia e inspiran nuestra Constitución».
Supongo que a algunos al oírle se les atragantaría el turrón, pero a otros muchos nos hizo reflexionar sobre el origen de tanta división, de tanto odio por el diferente, siendo como somos todos españoles, además de catalanes, vascos, gallegos, canarios, andaluces, valencianos, riojanos, murcianos, castellanos, extremeños, cantabros, aragoneses, navarros, de Baleares, o ciudadanos de un mundo cada vez más global y más cercano.
«No nos podemos permitir que las legítimas diferencias ideológicas resten energías al logro de los consensos que piden nuestros ciudadanos», dijo Don Juan Carlos en otro momento de su alocución, sabiendo como sabe que las aspiraciones de algunas comunidades son contempladas por algunos como el principio del fin, mientras que las de otras, siendo las mismas, se aceptan sin rechistar, lo que no deja de ser un gran disparate.
El Rey pidió también un gran acuerdo nacional en materia de educación, que no se ha logrado pese a las buenas propuestas de Angel Gabilondo, uno de los mejores ministros en la materia, así como el concurso de todos para conseguir que la economía española vuelva a coger el músculo que tenía antes de la crisis.
Ojalá que tan buenas propuestas no caigan en saco roto, y los partidos, todos desde el que sustenta al gobierno hasta los más pequeños, logren esa unidad para sacarnos del pozo en el que estamos metidos.
ROSA VILLACASTIN