Fernando Jáuregui – La semana política que empieza – Campanadas de fin de año para ZP


MADRID, 27 (OTR/PRESS)

La verdad es que aún se desconoce si, tras la conferencia de prensa que protagonizará inmediatamente después del último Consejo de Ministros del año, Zapatero marchará, como viene siendo casi tradicional, a descansar cuatro días en el paraíso de Doñana. Tiene no poco que reflexionar el presidente durante estas minivacaciones, aunque ya el miércoles, con mucha probabilidad, conoceremos, en esa conferencia de prensa, por dónde podrían ir las meditaciones presidenciales. Las campanadas de fin de año para ZP tendrán forma de encendido de luces y cohetes anunciando el comienzo de la presidencia semestral de la Unión Europea. Campanadas que serán para ZP como un agua de mayo que le permitirá aparecer en las fotografías con los principales líderes del mundo, seguramente Obama incluido.

Pero, aquí, en casa, los problemas siguen, más allá de los eurocohetes, y José Luis Rodríguez Zapatero cada día encuentra menos comentaristas que defiendan su gestión y halla menos conejos para sacar de su chistera.

No, definitivamente no ha sido este 2009 que se nos va un buen año para Zapatero. Inmerso en una crisis económica que reconoció demasiado tarde, tratando no pocas veces de favorecer a sus amigos mediáticos y económicos, con su famoso talante cada vez más serio y duro, crecientemente alejado de la calle y practicando una política social de escaso consenso, la verdad es que el presidente lleva una segunda Legislatura bastante a trompicones: ni la nueva regulación del aborto ha servido para darle otra cosa que polémicas y disgustos, ni sus medidas económicas han generado el menor consenso, sino todo lo contrario, ni se ha disipado la sensación de que se gesta una cierta crisis institucional con esa tan demorada sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya; un tema que nunca debería haber existido o que, en caso de no poder evitarlo, debería haber sido una cuestión menor.

Pero los muchos errores cometidos por el propio Gobierno, por la oposición, por el tripartito catalán, y no digamos ya por los propios miembros del Tribunal, han hecho de esta sentencia (que en el fondo importa poco a la ciudadanía, según dicen las encuestas), todo un test. Un motivo de rebeldía para los separatistas catalanes (que son, por cierto, menos que los no separatistas), en fuente de ruidos y algaradas, incluyendo esas fantasmales e ilegales consultas soberanistas en varias localidades catalanas. Zapatero no ha sabido atajar esa marea, y tengo para mí que acabará pagándolo caro, aunque trata de ponerse de perfil cuando arrecien los tiros.

ZP cada vez se me asemeja más a aquel Adolfo Suárez acorralado en La Moncloa y bombardeado hasta por los columnistas más afines; o al Felipe González de la última etapa, en la que acariciaba, cada lunes y cada martes, la tentación de marcharse. Pero Suárez había hilvanado la transición y González fue el estadista que situó a España internacionalmente, fuera de la autarquía y de las «hispanopeculiaridades». Zapatero también ha hecho cosas, sí, también ha propiciado avances, pero han sido, hasta ahora, de tono menor. Y hoy no se puede negar que sus apoyos, más allá del férreo cierre de filas en su partido en torno a él, son escasos en el Parlamento, en la prensa, en las instituciones y, según dicen las encuestas, en la calle. Va avanzando como puede, sacando adelante financiaciones autonómicas y presupuestos sin convencer a nadie y apoyándose en quien puede a base de promesas y concesiones, lo que, sin duda, es legítimo, pero poco tranquilizador.

Tengo, pues, mucha curiosidad por comprobar cómo afronta el presidente esa última rueda de prensa del año, ganas de que nos explique por qué, contra lo que se prometió, no se ve con Rajoy en La Moncloa (dicen que el presidente del PP rechaza ir), de que nos anime repitiéndonos los muchos beneficios que nos va a traer la presidencia europea, de que nos anuncie que sí, que en 2010 vamos a ver brotes verdes a mansalva, aunque siga habiendo algo de nieve en los campos. Lo que dice Zapatero acaso está algo devaluado, pero, qué quieren, a mí siguen interesándome sus palabras, incluso las del optimista antropológico y nada autocrítico, aunque no sea más que para intuir, por deducción, por dónde va a caminar luego la realidad oficial.

[email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído