Victoria Lafora – SOS Greenpeace.


MADRID, 06 (OTR/PRESS)

La cumbre de Copenhague acabó en un fracaso sin paliativos. Estados Unidos y China impusieron un acuerdo de mínimos, Europa no tuvo voz, ni voto, ni relevancia alguna. Los líderes mundiales se volvieron cada uno a su casa con el fracaso a cuestas.

El tema es muy grave. El calentamiento del planeta es un hecho constatado científicamente y las emisiones de gases contaminantes deben ser controladas si se quiere dejar algo más que un desierto a las futuras generaciones.

Curiosamente en los calabozos de la civilizada capital danesa, sede de la más desastrosa cumbre que se recuerda en cuanto a organización, quedaron detenidos e incomunicados cuatro dirigentes de la pacífica y prestigiosa organización ecologista Greenpeace. Su delito: haber intentado colarse en la cena final de los líderes para denunciar el fracaso de una cumbre en la que los ciudadanos del mundo entero habían depositado tantas expectativas y que se había vendido a bombo y platillo.

Solo las organizaciones ecologistas pusieron en evidencia, desde el primer día de la cumbre, la falta de acuerdos previos que desembocaría en el fracaso final. El democrático y civilizadísimo gobierno de Dinamarca no dudo en utilizar los métodos más expeditivos para apartar de las calles a los «peligrosos» activistas, no fueran a molestar a los responsables de las grandes potencias en sus debates de «yo no cedo, pues yo tampoco».

Juan López de Uralde, director de Greenpeace en España, lleva desde el diecisiete de diciembre en la prisión de Vestre en Copenhague. Hasta esta semana no se le ha permitido ver a su familia a quien ha confesado que les tratan como a perros.

Tarde, pero al fin, el Gobierno español ha reaccionado, haciendo llegar una queja diplomática porque Uralde se encuentra en una cárcel, rodeado de delincuentes comunes y traficantes de droga. Hasta Amnistía Internacional ha tenido que alzar la voz para recordar a Dinamarca que Greenpeace es una organización pacifista, con un gran prestigio internacional y que no se puede tratar a sus miembros como a terroristas.

Solo para situar a esta ONG conviene recordar sus múltiples acciones para salvar el Mediterráneo de la contaminación, su campaña de denuncia contra la construcción del hotel ilegal en el parque del Cabo de Gata, en la playa del Algarrobico, que ahí sigue, en pie, cuando la Junta de Andalucía tras rasgarse las vestiduras aseguró que lo iba a demoler.

Nadie ha pedido cuentas a los Jefes de Estado y de Gobierno por su fracaso en un tema que compromete el futuro, no solo de los países subdesarrollados, que son los que más van a sufrir el cambio climático, sino el futuro de los jóvenes hoy. En cambio se encarcela a unos pacifistas por colarse en una cena de gala. La desproporción es sarcástica.

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