MADRID, 14 (OTR/PRESS)
La clase política en su conjunto sigue esperando «ansiosamente» la sentencia del TC sobre el Estatut catalán. Entiende que las elecciones autonómicas catalanas del mes de noviembre es muy probable que queden marcadas por ese fallo tan largamente esperado. Y aunque todos los partidos hubieran preferido que la sentencia se conociera ya hace tiempo, algunos sospechan que podrían verse particularmente afectados, y no para bien, por un eventual recorte del Estatut. Es el caso del PP, que ya celebró una asamblea de altos cargos en Barcelona y proyecta desarrollar otra más para tratar de afrontar un ánimo hostil de muchos catalanes, que culparán al PP del recurso y de unos eventuales efectos negativos.
Naturalmente, el PP aspira a ser un partido esencial en el futuro escenario político catalán. Sus dirigentes han expresado su deseo de que el PP de Alicia Sánchez Camacho pudiera pasar a tener en Cataluña tanta influencia como el PP de Basagoiti en Euskadi, forzando al cambio del equipo gobernante: en lugar del tripartido actual de PSC, ICV-ERC, una coalición de convergentes con el PP. Ahora bien, aunque en CIU se han cambiado algunos criterios de elecciones anteriores -por ejemplo, cuando se comprometieron «ante notario» a no pactar con el PP bajo ningún concepto- sin embargo, aún quedan reflejos a evitar. Es evidente que CiU aspira a poder gobernar en solitario, sin necesidad de ayudas exteriores, aunque esta vez, no cierra la puerta, si llega el caso, a pactar con nadie que le pudiera dar un último empujón para no volverse a quedar cuatro años más en la oposición…
De manera que no termina de descartar la posibilidad de alcanzar acuerdos para formar mayorías, sin exclusiones: PP, ICV, ERC, PSC… Pero no hay duda de que una eventual entente con el PP sigue pareciendo especialmente complicada precisamente porque la decisión del PP de llevar el Estatut al Tribunal Constitucional ha deteriorado mucho sus relaciones con los restantes partidos catalanes, con todos ellos. CiU mantiene la tesis, que ayer reiteró Durán i Lleida, de que para poder recuperar la colaboración tanto en Cataluña como en Madrid, sería necesario un cambio previo de actitud del PP. Ha indicado Durán que si la sentencia del Alto Tribunal fuera contraria al Estatut, «lógicamente las relaciones políticas con quien interpone el recurso quedarán muy deterioradas». Y además, lanzó un serio aviso: «Será mucho más difícil una colaboración de futuro con el PP si la sentencia verdaderamente es muy negativa». El también líder de UDC dio por hecho que, en este supuesto, Cataluña tendrá que ofrecer una «respuesta política» al fallo del Tribunal Constitucional y se mostró partidario de que sea unitaria, es decir, de no impedir que ningún partido que lo desee se sume a ella, incluido el PP. «Otra cosa es que se autoexcluya como autor que fue en su día del recurso», enfatizó Duran Lleida.
Por su parte, el máximo dirigente del PSC José Montilla ha excluido la posibilidad de repetir el modelo vasco: PSOE más PP. Montilla, insistió en que un acuerdo «con quien ha recurrido el Estatut» no lo formalizará «nunca». El presidente de la Generalitat intervino en una jornada de trabajo del grupo del PSC en el Parlament y lo hizo con un mensaje en el que apostó, sobre todo, por la centralidad como guía de actuación hasta el final de la legislatura, y en este proceder, recetó «realismo y moderación» y prometió gobernar con «firmeza y convicción» hasta el «último segundo», con el Estatut como única hoja de ruta para defender los intereses de Cataluña y sus ciudadanos, y sin caer en «provocaciones de quienes utilizan mensajes catastrofistas para hacer electoralismo» ni en «extremismos que Cataluña no necesita». Montilla trataba de este modo de situarse en el centro político, entre, por ejemplo, CiU y ERC, aunque, en la práctica tiene claro que su único rival es la federación de Artur Mas, a la que, por cierto, dedicó las principales críticas. La acusó de «levantarse un día independentista y otro nacionalista y al día siguiente sentarse en una mesa para pactar con el PP». Es evidente que los partidos catalanes ya están en campaña, a diez meses de sus urnas autonómicas…
