MADRID, 1 (OTR/PRESS)
Viene siendo habitual que cuando un partido gana las elecciones, durante la primera legislatura los exegetas del presidente aseguren que a éste le acompaña la «baraka». Les suelen presentar como a hombres especiales, por eso, porque dicen que tienen suerte. Luego, con el paso del tiempo se impone la dura realidad, sobre todo en las segundas legislaturas, y la cacareada «baraka» se deshace como el azúcar en el agua.
Y esto es precisamente lo que le esta sucediendo a José Luis Rodríguez Zapatero. La suerte se le ha puesto en contra y ahora mismo el presidente está en caída libre. El «pensionazo», las nuevas medidas económicas, las cifras del paro, han supuesto un nuevo jarro de agua fría. Pero sobre todo, lo que ha provocado es que aumente la sensación de que el Gobierno no sabe adonde va.
Zapatero comenzó mal la legislatura al negar que existiera, siquiera indicios, de crisis económica. Desde entonces no levanta cabeza, porque ha ido perdiendo credibilidad. Sobre todo porque no ha demostrado saber cómo manejar la crisis y mucho menos como sacarnos de ella.
Cabe pues preguntarse cuánto durará esta legislatura. Antes de que Zapatero anunciara sus reformas del mercado laboral y de las pensiones en el PSOE había quien decía saber que el presidente iba a mover ficha una vez que concluyera la presidencia española de la UE. Y en ese mover ficha especulaban con dos posibilidades, que disolviera las Cámaras y convocara elecciones para octubre o como más tardar para la primavera del 2011. Otra posibilidad, decían, era una remodelación amplia del Gobierno que incluiría el que Teresa Fernández de la Vega dejara la vicepresidencia política.
En vista de los acontecimientos, pero sobre todo del sentir de la calle, parece lógico pensar que el presidente no va a tener más remedio que mover una de estas dos fichas.
Desde la oposición ya le están pidiendo que adelante las elecciones y desde su partido, aunque sea en voz baja, lo menos que le piden es que remodele el Gobierno. Naturalmente, la última palabra la tiene el presidente, pero lo cierto es que si se empeña en encastillarse a la larga será peor para él, pero sobre todo para el país.
España es uno de los países de la UE en los que más duramente ha atacado la crisis. El número de parados resulta insoportable, pero sobre todo las expectativas a medio plazo son desoladoras. Parece que el Gobierno no termina de encontrar la fórmula para hacer frente a la situación y, por tanto, lo mejor sería un nuevo Gobierno salido de las urnas, con un proyecto nítido, capaz de devolver la confianza a los ciudadanos. Hoy por hoy, Zapatero no genera confianza, lo que no significa que no pueda ganar las elecciones si se presenta con un programa claro, con una hoja de ruta concisa para salir de la crisis.
