MADRID, 3 (OTR/PRESS)
Han coincidido el presidente manchego, José María Barreda, y la portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, en reclamar al presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, que se disponga a acometer la gran tarea de reducir sus altos cargos. Barreda añade que debiera afrontar esta cuestión apenas concluya el semestre europeo de presidencia española. Soraya recuerda que el Congreso de los Diputados ya ha «aconsejado» al presidente que reduzca el número de sus departamentos ministeriales.
Desde luego, es pura coincidencia, la de la portavoz popular y la del presidente socialista manchego, pero es un dato sorprendente y posiblemente molesto -la iniciativa del manchego- para el inquilino de la Moncloa. Nunca hasta la fecha, que se recuerde, un «barón» autonómico había tenido tal «osadía». El portavoz socialista del Congreso, Alonso, ha recordado a su correligionario de La Mancha que el presidente es muy capaz para saber lo que debe hacer en el uso de sus prerrogativas. O dicho de otro modo, que «nadie le ha dado vela en este entierro», como suele decirse en tierras castellanas.
Pero es posible que la actitud de Barreda responda a la desazón que se viene produciendo en las filas socialistas ante los malos datos que aún sigue proporcionando la crisis económica, en particular los efectos que tiene en materia de desempleo. Barreda aboga por un gabinete más reducido que se ocupe de combatir lo que principalmente preocupa a los ciudadanos, el paro. Entiende barreda que un gesto de esa naturaleza sería un signo inequívoco de que se quiere recuperar terreno y dar una respuesta.
Desde luego, la iniciativa de Barreda ha merecido una desautorización frontal en toda regla. Alonso ha sido el portavoz del Gobierno, en esta ocasión, contra su propio correligionario, y no dudó en señalar que Zapatero «se está dejando la piel» para luchar contra la crisis económica, mientras ha defendido la estructura del Gobierno, por todo lo cual, sigue mereciendo un voto de confianza…
La solicitud de que se reduzca el número de los ministros, y de los asesores de los ministerios, de los altos cargos, se olvidan algunos responsables de poner de relieve que bien pudiera ampliarse a los gabinetes autonómicos, que también pudieran entrar en ese deseable recorte de gastos del Estado. Pero no se aprecia que ninguna autonomía o ayuntamiento se lance a dar el ejemplo al Gobierno central…
Por lo demás, no es improbable que la mayor desafección haya empezado a producirse entre Gobierno y centrales sindicales, después de muy largo acuerdo. A los sindicatos les ha producido viva incomodidad la propuesta del Gobierno de que la edad de jubilación se retrase un par de años más, propuesta que deberá examinarse en el seno del Pacto de Toledo y que, de entrada, no parece que vaya a prosperar con facilidad. Por lo menos, no en su presentación inicial. Es posible que forme parte de un paquete mucho más amplio de medidas que traten de prolongar unos cuantos años más la buena salud de la Seguridad Social y de sus cuentas.
Es probable que otros «barones» socialistas coincidan con Barreda, pero a éste ha correspondido la tarea de romper esa imagen de placidez y unanimidad en el seno del PSOE…