Pedro Calvo Hernando – La plegaria de Zapatero.


MADRID, 5 (OTR/PRESS)

Hoy me complazco en elogiar la oración pronunciada por el presidente Zapatero en el Desayuno Nacional de Oración en Washington, de la mano del presidente Obama, del que era invitado especial. Se había discutido si tenía sentido que un laicista acudiera a ese foro para rezar. No se había discutido qué le habrían dicho si no hubiese aceptado la invitación especial de Obama para pronunciar su alocución o su oración. El presidente español ofreció un muy hermoso discurso, una muy hermosa plegaria, llena de amor al género humano, a los más necesitados, a los más abandonados. Hasta utilizó ese emotivo pasaje del Deuteronomio bíblico, de que «no explotarás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de tus compatriotas o un extranjero que vive en alguna de las ciudades de tu país». El texto rezuma un generoso reconocimiento de todo lo bueno y positivo aportado por el país norteamericano a favor de la libertad, el pluralismo y la tolerancia y demás conquistas admirables a ojos de los buenos demócratas.

También hizo un canto a la asunción de esos valores en la historia de nuestro país, sin olvidar aquella convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes, «entre las tres religiones del Libro». Zapatero dio una lección de lo que debe ser la tolerancia tanto entre creyentes en alguna fe -mencionó a Dios más de una vez- como entre éstos y los agnósticos o laicos y demostró que la «Alianza de Civilizaciones» es una bella propuesta, que ha prosperado mucho más -añado yo-, fuera que dentro de España, donde muchos la han menospreciado, sobre todo los que animaron y sostuvieron la ilegal y genocida guerra de Irak. Yo creo que el acierto de Zapatero con su viaje y su oración ha sido indiscutible y ha marcado un hito en la tolerancia y el entendimiento. Ha demostrado lo buena persona que es y los buenos sentimientos que le acompañan. «Que no hay tarea que nos acucie más que la de favorecer la creación de empleo», dijo en otro momento, al aplicar su pensamiento a las necesidades del presente. Como ésta son las homilías que a mí me gustaría escuchar en los templos.

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