Esther Esteban – Más que palabras – Pacto y melancolía.


MADRID, 12 (OTR/PRESS)

Entrevisté al Presidente del Gobierno apenas cuatro meses después de ganar las últimas elecciones, cuando todavía la palabra » crisis» era una especie de tabú autoimpuesto, un espantajo que convenía ahuyentar para que la realidad no estropeara el regusto dulce de la victoria.. En la calle muchos planteaban ya abiertamente la posibilidad de reeditar una especie de pactos de la Moncloa para hacer frente al tsunami que podía llevarse por delante la estabilidad de la economía nacional. Cuando le pregunté si se podría plantear tal posibilidad fue rotundo «Ni el momento histórico es comparable, ni la situación del país requiere pactos similares». Le insistí varias veces y finalmente se limitó a responder que ni la oposición del PP querría algo similar ni sus planteamientos ideológicos le permitirían aproximarse siquiera a la política que predicaban los populares. Mi impresión de entonces es que no había nada que hacer, que mientras en Europa los presidentes incorporaban en sus gobiernos a ministros de otras ideologías, en un intento de aunar posiciones, en nuestro país eso era inviable. He recordado este asunto durante estos días cuando, de nuevo, se ha abierto el debate sobre la necesidad urgente de que el Gobierno impulse un gran pacto de estado contra la crisis, tras constatarse que nuestro país sigue en recesión y no ha manera de ver la luz al final del túnel.

Hasta el Rey ha salido a la palestra diciendo alto y claro que » es hora de grandes esfuerzos y amplios acuerdos» preocupado como está por un paro creciente, un déficits disparado y por la desconfianza de los mercados internacionales hacia la marca España. El monarca cumple con su deber como jefe del estado poniendo el dedo en la llaga y es lógico que esté manteniendo contactos con representantes del mundo económico, sindical y laboral para intentar, como sea, conseguir márgenes de consenso. Es un gesto de buena voluntad que le honra pero no creo que consiga los frutos deseados. Primero, porque hay elecciones a la vista y ninguno de los dos grandes partidos está dispuesto a dar un paso que le pueda suponer el mínimo desgaste electoral. Segundo, porque para dar un paso así Zapatero tendría que dar un giro copernicano a su política económica impulsando un severo plan de ajuste lo cual no es popular y tercero porque Mariano Rajoy ha optado por la estrategia de esperar a ver el cadáver de su enemigo pasar y cruzarse de brazos hasta que eso ocurra.

Por mucho que desde la sociedad civil pidamos a nuestros políticos que hagan algo y dejen a un lado sus pequeñas miserias partidistas, si ellos no están dispuestos a hacer la mínima cesión a su adversario, la voces que se alcen serán como predicar en el desierto. Soy pesimista y creo que aunque podríamos estar ante la última oportunidad para ese anhelado pacto no se va a producir y el debate al respecto sólo nos llevara a la melancolía.

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