Fernando Jáuregui – No te va a gustar – El errático camino de la presidencia europea.


MADRID, 15 (OTR/PRESS)

Lo cierto es que no está teniendo demasiada suerte España con su presidencia europea. Me consta que la mayor parte de los deberes han sido hechos a conciencia, pero ni la situación internacional ni otras coincidencias temporales favorecen el lucimiento que Zapatero hubiese deseado. Primero fue una gala inaugural mal planificada -esa es la verdad–, luego el mal comienzo de la carísima web institucional, después el desplante de Obama…Ahora, todas las esperanzas españolas están puestas en esa «cumbre» Iberoamérica-UE, que comienza a mediados de mayo en Madrid. Será el punto más alto de las actividades de este semestre…si todo sale bien.

Pero héte aquí que el ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, reconocía en la mañana del lunes que aún no se sabe cuántos jefes de Estado iberoamericanos vendrán a la capital española. Se espera al mexicano Calderón, al colombiano Uribe, al chileno Piñera, a la argentina Cristina Fernández…pero hasta el momento ninguna de estas presencias está definitivamente cerrada: la errática marcha de Mercosur, las tensiones regionales, la crisis económica internacional y la bicefalia que el Tratado de Lisboa ha impuesto a la UE lastran muchas gestiones.

Sí parece garantizada la presencia en Madrid de algunos presidentes de repúblicas con menor significado continental, como el hondureño Porfirio Lobo, a quien, por fin, la diplomacia española ha dado «luz verde» y carta de reconocimiento oficial. Pero está muy poco clara la participación de algunos mandatarios «bolivarianos», como el boliviano Evo Morales, el nicaragüense Ortega o el propio Hugo Chávez, para no hablar ya del cubano Raúl Castro, que jamás confirma su asistencia o no a estos actos multilaterales.

La preocupación de los gobernantes españoles por la marcha de la presidencia semestral europea es perceptible, aunque dignamente disimulada. Hay quien quiere cargar las culpas sobre las espaldas del diplomático encargado de la preparación de los eventos, que en su día fue secretario general de la Presidencia en La Moncloa, pero esta atribución de responsabilidades en solitario no parece demasiado justa. Ya digo que hay un cúmulo de circunstancias y factores que contribuyen a que España no esté desarrollando «su» presidencia de la UE con el suficiente boato: es cierto que muchos ministros dejan entrever su escaso peso específico en las reuniones sectoriales, pero no menos verdad es el mínimo interés que Obama siente por el devenir de Europa y que no todo es paz interna en las relaciones entre algunos estados latinoamericanos.

Es el caso que España, que quiere erigirse en puente entre la UE y los países iberoamericanos, tiene puestas grandes esperanzas en esta «cumbre» de Madrid y está realizando enormes esfuerzos diplomáticos subterráneos para garantizar una representación suficiente en mayo. La agenda a tratar no ha sido aún desvelada, pero qué duda cabe de que Europa, en estos momentos, puede hallar en América Latina una gran colaboradora, y viceversa.

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