Consuelo Sánchez-Vicente – Quien no te conozca que te compre.


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

Se habrán quedado fríos los cuatro millones y medio de parados viendo las manifestaciones que empezaron ayer, toda la prensa coincide en la naturaleza de los adjetivos, «mani-Light», manifestación-masaje, protesta de guante blanco, débil protesta* a «mani-tongo» me suena a mí esta romería sindical, dieciocho meses después de que empezase la crisis, no se puede salir a la calle, desde mi punto de vista, para esto. No comparto en absoluto la tesis de que UGT y CCOO tenían que haberse echado al monte hace meses contra el Gobierno, todo lo contrario, lo que yo creo es que al mantener la calma cuando arreciaba la tormenta los sindicatos mayoritarios han hecho un ejercicio de responsabilidad. No es crispación lo que necesita esta crisis. Es el sabor a farsa y a impostura de las marchas de ayer, en mi opinión, lo repudiable.

Mi impresión es que Méndez y Toxo se han decidido al fin a sacar a sus «liberados» a la calle, más por complacer a su galería de la izquierda irredenta que por convicción, ni porque de verdad creyeran que el presidente Rodríguez Zapatero necesitaba un aviso para optar por el pacto y olvidarse del decretazo. No está en la naturaleza del actual presidente del Gobierno disgustar a sus amigos y la amistad de UGT y CCOO le resulta más que útil. La falta de convicción siempre lleva aparejada la falta de credibilidad, ese es el problema. Tal como yo lo veo, las manifestaciones contra el «pensionazo» suenan «blandi-blu» porque ni quienes las han convocado se las creen, ni quienes han acudido las juzgan necesarias para salvaguardar derecho alguno de los trabajadores.

Paliar las críticas que desde el propio entorno de la izquierda española les señalaba como cómplices complacientes del Gobierno en lugar de como defensores insobornables de los trabajadores, una parodia, una farsa, esto es lo que a mi me parece esta romería o procesión sindical por etapas del «pensionazo». Antes de la manifestación inaugural de Madrid el ministro de Trabajo Corbacho ya había explicado en el Congreso que nada se haría sin consenso sindical, y el presidente del Gobierno Zapatero volvió a señalar con el dedo acusador (casi tan obsceno como el de Aznar) y como culpables de lo que él no está atajando a los malos malísimos con rabo y cuernos de esta película, a «los especuladores internacionales» que conspiran contra el euro y contra España, a la gran banca, y a los mercados. «Quien no te conozca que te compre», decía el viejo chiste sobre un burro ciego que querían vender a un gitano. Por eso, porque nos conocemos todos, porque era martes, y porque el tiempo no acompañaba, da la impresión de que esta es una movilización de «liberados».

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