Victoria Lafora – El ensayo.


MADRID, 24 (OTR/PRESS)

La sesión de control tuvo ayer su morbo. No estaba ni Zapatero ni Rajoy, Maria Teresa Fernández de la Vega, repudiada por el PP, se exilió a Bruselas ante la cita «ineludible» de una reunión del Foro América Latina del grupo socialista. Pero la oposición se empleó a fondo en las tres figuras que van a llevar el peso de la negociación sobre el pacto: Elena Salgado, José Blanco y Miguel Sebastián.

La vicepresidenta económica se ha convertido en el nuevo objetivo de los populares, para dejar en evidencia que De la Vega ya es una figura en declive. La estrategia consistía en evidenciar la mala gestión económica y los desastres del Ejecutivo de Zapatero justo veinticuatro horas antes del día «D», ya que hoy se reúne, por primera vez la comisión del pacto contra la crisis.

Por eso, los tres aludidos ensayaron desde sus escaños las instrucciones recibidas y escenificaron la postura de mano tendida, pase lo pase y digan lo que digan.

Soraya Sáenz de Santamaría se encontró con la sorpresa de una respuesta mesurada y tranquila a su ardiente intervención, en línea con lo que viene siendo habitual en su oratoria parlamentaria. Incluso la vicepresidenta le llegó a decir que lo importante no era perder el tiempo en pensar a quién iban a dirigir sus preguntas en el futuro, sino a llegar a acuerdos en los temas fundamentales, para lo que esperaba contar con el PP.

También el ministro de Fomento, a pesar de las dificultades que tiene a veces en no mezclar gallego y castellano, se hizo entender en su oferta de mano tendida a los diputados populares a la hora de pactar el recorte presupuestario de su departamento y que va a afectar a la inversión en infraestructuras y alta velocidad.

Dado que en la última reunión de la dirección del PP, el pasado lunes, se oyeron voces que reclamaban a Rajoy prudencia a la hora de rechazar tajantemente la posibilidad de llegar a algún tipo de pacto con el Gobierno por el riesgo de quedar marginados frente al resto de los grupos. Hay dirigentes conservadores que temen que la ciudadanía no entienda que, en momentos de graves dificultades, el PP limite su labor de oposición a la descalificación permanente, sin entrar a discutir alternativas para salir de la crisis. Y hasta Esperanza Aguirre, con un claro afán de provocar, llegó a proponer en la citada reunión un gobierno de coalición. Rajoy tiene cada vez más complicado dar un portazo sin más.

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