MADRID, 2 (OTR/PRESS)
Las propuestas del Gobierno a los partidos para los acuerdos de lucha contra la crisis económica no son la panacea ni fórmulas milagrosas o de eficacia enorme e inmediata. Si las cosas fuesen así de fáciles, viviríamos en un mundo maravilloso, y eso sólo queda para las ensoñaciones del PP con sus nunca explicitadas recetas para la salvación del mundo y de España. Creo que este Gobierno comete en ese documento bastantes menos errores que en otras ocasiones y ofrece caminos transitables para lo que todos deberíamos desear ardientemente, que es salir de la crisis, pero que muchos no desean en absoluto, como demuestran cada día. La más lacerante de todas las reacciones políticas a la oferta es la de quienes tienen la infinita desfachatez de acusar al Ejecutivo de fomentar la creación de una nueva burbuja inmobiliaria por su propuesta de ayuda a la rehabilitación de viviendas y edificios públicos. Esa reacción es de quienes precisamente más aplaudieron la burbuja de verdad y más se beneficiaron de ella, lo que añade al tema una nota surrealista si no fuese canallesca.
La senda de la rehabilitación es justamente la más sensata y la más seria, y había sido sugerida muchas veces por los sectores que ven en la construcción no un camino para el enriquecimiento fácil y descarado sino para el fomento de un sector útil, encomiable y socialmente sostenible, con la calculada creación de 350.000 puestos de trabajo. Igual comentario favorable merecen otras medidas, como la conversión del ICO, con la concesión de préstamos directos, en algo parecido a una banca pública, claro que transitoria, que nunca debió mandarse al desván de los trastos inútiles. O la reducción de cargos directivos del Estado y sus empresas. Es falso que el documento sea un refrito inconcreto de anteriores medidas, pero el PP lo dice a sabiendas de que todos sus improperios alcanzan un eco desmedido en tantos medios afines y asimilables, que así se escribe la historia en este país. Con una apreciable recuperación de la economía antes de las elecciones, sería el llanto y el crujir de dientes donde todos sabemos.