Fernando Jáuregui – El Gobierno que Zapatero dice que no hará…


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Diga lo que diga Zapatero, estoy convencido de que, tras la presidencia europea, tendremos una crisis de Gobierno. Es imprescindible y, por tanto, habrá de hacerse. Porque la peor de las hipótesis que se abren ante el presidente del Gobierno es no hacer nada y continuar con un Gobierno en el que una parte es inoperante, está descoordinado, algunos de cuyos integrantes acumulan agravios contra otros… Un Gobierno, en suma, que suscita escasa credibilidad en su conjunto y que necesita savia nueva y potente que lo refuerce. Así, la segunda peor hipótesis para Zapatero sería que procediese a una remodelación ministerial, pero sustituyendo a algunos ministros de escaso peso y fuste por más de lo mismo.

Llegamos así a la tercera posibilidad. Que Zapatero abra una crisis profunda allá por el mes de julio, que se quede con los mejores integrantes de su Gabinete -que los hay muy buenos_, que reduzca el número de ministerios y que cree «superdepartamentos» regidos por personajes políticos de primera categoría, aunque no sean militantes socialistas. Personalmente, me gustaría ver a un Javier Solana ocupando cualquier cartera, o a Josep Antoni Duran i Lleida, a Josu Jon Imaz y hasta, por qué no, a algún representante de opciones más conservadoras; una vez que un Gobierno de amplio espectro con el PP, para salir de la crisis de aquí a mediados de 2011, no parece factible, logremos que, al menos, el nuevo Ejecutivo incorpore la mayor cantidad posible de valores que realcen una labor de gobierno en estos tiempos alterados que corren.

¿Será capaz Zapatero de poner en marcha este plan de emergencia? Si nos atenemos a sus últimas declaraciones al respecto, temo que no. El dice que está satisfecho con su equipo: será porque no cree en las encuestas, que muestran que él debe de ser el único que siente satisfacción ante el conjunto del elenco ministerial. Pero ya sabemos que los vientos hacen girar a las veletas y que de sabios es cambiar de opinión, máxima que, tomada literalmente, convertiría al presidente en un pozo de sabiduría.

Comprendo (solo a medias) que Zapatero se sienta contento con algunos de sus actuales ministros: es notable la labor de Pérez Rubalcaba en Interior, de José Blanco en Fomento, de Trinidad Jiménez en Sanidad. A mi juicio, es buena la actuación, por mucha polémica que suscite, del titular de Exteriores, Miguel Angel Moratinos. A partir de ahí, supongo que casi todo es opinable y hay uno o dos casos que no admiten discusión: son un desastre, no tanto por culpas personales cuanto porque el Departamento está casi vacío de competencias. Igualmente, debería el presidente, a mi juicio, reestructurar las vicepresidencias, que no se entienden demasiado bien entre sí ni tienen, en el caso de la tercera, desempeñada por Manuel Chaves, las funciones demasiado claras.

Es patente que no se trata solamente de un cambio de rostros, sino de conceptos. El Gobierno no puede ser ya «de» partido ni monopartidista. El papel de Zapatero debe ser de mayor reparto de juego, menos presidencialista. Y la comunicación de los logros y defectos habría de ser, ahora que se han producido cambios en este área, más generosa, mucho más abierta y permeable que hasta ahora, que no solamente a través de una entrevista cada trimestre en una televisión podemos enterarnos los españoles de por dónde van los pensamientos presidenciales.

A mi entender, si todos estos giros no se producen -algunos se han dado ya, afortunadamente, como la mano tendida a los pactos económicos tras decir que eran imposibles «por la distancia ideológica» entre PSOE y PP–, el desgaste de Zapatero entre el electorado se acentuará, porque no habrá cumplido las expectativas de la opinión ciudadana. A veces da la impresión de que el Gobierno confía en la llegada de acontecimientos extraordinariamente positivos –¿el fin de las actividades de ETA, pongamos por ejemplo?_para, sin mojarse excesivamente con iniciativas novedosas, remontar el vuelo antes de las elecciones generales. Lo cual es cuando menos una estrategia altamente peligrosa: primero, porque no es seguro que esos acontecimientos positivos se produzcan; segundo, porque pueden no bastar para evitar la actual caída de ZP, evidente en todos los sondeos .

[email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído