Fernando Jáuregui – La lideresa cabalga de nuevo.


MADRID, 12 (OTR/PRESS)

Lo de Esperanza Aguirre trasciende el ámbito de la Comunidad madrileña, ocupa espacios mediáticos que no le corresponderían, comentarios donde antes no estaba situada: ¿desafía al sistema, compite con su jefe político por el poder máximo en el partido, son simples ganas de fastidiar, no sabe lo que hace, tiene un plan perfectamente premeditado? De todo se dice de esta mujer, que se acerca más a los sesenta -nadie lo diría_ que a los cincuenta, incapaz de timideces, expansiva, polémica, acaso no la más culta del mundo pero sí una de las más intuitivas… Lleva un par de semanas amagando con iniciativas que resulta imposible pensar que sean casuales, que no respondan a una estrategia bien premeditada: primero declara las corridas de toros bien de interés cultural, y ya tiene la polémica armada; después, declara la guerra a la subida del IVA, una guerra que es aspiración largamente acariciada por empresarios pequeños, autónomos, comerciantes y usuarios, que ven en el alza de impuestos el comienzo de todos los males decretados por el Gobierno de Rodríguez Zapatero.

«Espe», es lo menos que se puede decir de ella, conecta con la gente. Tiene ese ramalazo antisistema dentro de lo más selecto del sistema que gusta a la ciudadanía, ansiosa por ver personas que se salen del molde. No es más culta que la media, pero es mucho más desenvuelta que la mayoría. Ha sabido -ella, o sus consejeros áulicos_ detectar dónde se encuentra el caballo de batalla, y resultaba que era el Impuesto sobre el Valor Añadido, quién nos lo IVA a decir. Pone de los nervios a los más templados del Gobierno, incluyendo al imperturbable José Blanco. Y, sobre todo, exaspera a los del propio bando, que ven en ella una locomotora difícil de frenar en su caída libre hacia quién sabe qué abismo.

Este es un país lleno de problemas de calado, a los que no presta mayor atención… pero siempre pendiente de los menores gestos políticos para armar la marimorena. Hay algunos políticos que lo entienden y se aprovechan de ello. Otros, no. La culpa, probablemente, no la tengan tanto nuestros políticos como esta opinión pública nacional, siempre tan dispuesta a girar al menor estímulo. Y, como ocurre, aunque sea menos visible, en el PSOE, dentro del PP hay dos estilos: el de quien aguarda a que la manzana, madura, caiga en su mano sin necesidad de remover el árbol y el de quien se dedica a zarandear el árbol, aunque, en lugar de un manzano, sea un castaño de Indias.

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