MADRID, 14 (OTR/PRESS)
En la relación siempre hostil y beligerante de PP y PSOE, los últimos tiempos se caracterizan por centrar la batalla en el IVA, y más concretamente, en la subida de dos puntos decidida por el Gobierno desde el segundo semestre de este año, que era el momento en el que pensaba que ya se estaría produciendo, claramente, la recuperación de la economía, tras superar los dos años de recesión. Lamentablemente, como hoy mismo ha explicado en una entrevista periodística Ramiro Mato «con la crisis estamos yendo en todo seis meses o un año detrás», y eso también pudiera aplicarse al IVA: que las decisiones adoptadas hace medio año van anticipadas a la realidad. Cuando, en diciembre pasado, se aprobaron los presupuestos generales del Estado, con el voto favorable de PSOE, PNV y CC, se incorporó esa previsión de aumento del IVA desde julio, pensando en que para entonces la recuperación ya sería algo seguro y apreciable.
Es probable que ahora mismo aún no lo sea tanto, porque la recuperación, aquí como en Alemania o en Francia, ha registrado algunos frenazos no previstos. Este debiera ya ser el tiempo en el que empezar a recuperar el déficit que originó la crisis en su fase de depresión, y para ese tiempo estaba prevista una mayor presión fiscal con la que empezar a reponer las arcas vacías del estado. Pues bien, el PP ha hallado en esa decisión, un par de meses más tarde, el punto frontal de sus ataques, y así lo ha demostrado en los encuentros del Palacio de Zurbano, en los que Cristóbal Montoro acuñó el slogan de que no era posible pactar con un Gobierno que subiera el IVA. Pudo parecer que en el resto de asuntos había acuerdo o era fácil conseguirlo y transigir, pero no en esta materia del IVA. Y de idéntico modo, han venido expresándose Rajoy, Cospedal y Sáenz de Santamaría: Todos contra el IVA. A todos ellos quiso anteponerse la lideresa madrileña, Esperanza Aguirre, nada menos que encabezando la «rebelión», revuelta o contestación a una ley aprobada por el Parlamento e incorporada a los presupuestos generales vigentes para el presente año, nada menos.
Esperanza Aguirre, una vez más, ha pretendido colarse en la política nacional y arrastrar a su líder Rajoy y forzando sus políticas nacionales. Además, reclama que sea Rajoy el primer firmante de su manifiesto anti IVA, con el que pretende seguir en la «pomada nacional», aunque «sólo» sea presidenta de Madrid. En esas estamos, como hemos podido comprobar este pasado sábado, con las declaraciones de unos y otros. Zapatero, denunciado la singular campaña de Aguirre y del PP contra una ley aprobada por un parlamento democrático. Y los populares tratando de desacreditar y desmerecer al jefe del Gobierno. Mariano Rajoy llega a decir que «la política se puede hacer en serio o en broma y lo que se ha hecho en País Vasco es en serio, y el pacto que nos ofrece Zapatero es una broma». A su vez, Rodríguez Zapatero considera impensable e inaceptable para cualquier partido de centro derecha de nuestro entorno que llame a la rebelión frente a una decisión democrática tomada por el parlamento de España. Y va algo más lejos, al bromear con la pretensión de Aguirre: «Todavía dice Esperanza Aguirre que Rajoy vaya a firmar el primero. Y conociéndole, irá».
Desde el PP sigue la consigna, que ahora repite Dolores de Cospedal: el PP es abanderado de la lucha contra la subida del IVA. Posiblemente conscientes de que fue FAES, la fundación que preside Aznar, de las primeras en sugerir que, para salir del déficit, no habría más remedio que proceder a la subida de algunos impuestos, como el IVA. O lo que hoy mismo dice Jefrey Sachs: Reducir el déficit es lo más importante en estos momentos. También hoy, David Taguas estima que «la subida de los tipos del IVA afectará a la inflación sólo entre julio de 2010 y junio de 2011. Pero ha consiga avanza. Y ya lo dice la mismísima Curri Valenzuela: que «rebelarse es bueno».