Antonio Casado – El PP pierde la batalla del IVA.


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

Tanto en su derrotada moción del martes, con soflama de Cristóbal Montoro, como en la pregunta de Mariano Rajoy en la sesión de control del miércoles, el PP se ha vuelto a mostrar como el heraldo de todas las desgracias. Esta vez por cuenta de la subida del IVA a partir del 1 de julio. Será «ineficaz», «inútil», «perjudicará a los parados y los pensionistas», «traerá más paro y más crisis», y así sucesivamente.

De nuevo nos topamos con la verdad incómoda que desprende este discurso del principal partido de la oposición. La ecuación es sencilla: para que encajen sus previsiones políticas es necesario que se cumplan sus previsiones económicas. Sus previsiones políticas consisten en desalojar a Zapatero de la Moncloa. Y sus previsiones económicas están claras en la defensa de la moción contra el IVA y en la intervención de Rajoy al preguntar al presidente en la última sesión de control al Gobierno (¿Le parecen sólidas las razones para imponer una subida del IVA?). En ambos casos nos han anunciado más desgracias por culpa de la crisis económica. Más todavía.

¿Lo temen y lo denuncian, por patriotismo, o lo desean, por acelerar el fin del reinado de Zapatero? Es la pregunta incómoda que surge siempre cuando se escucha este tipo de discursos centrados en la morbosa descripción de los males que nos aquejan y no en la defensa de propuestas alternativas. La soflama, el efectismo, la demagogia, son herramientas que desbordan la legítima discrepancia y el deber crítico inherente al papel encomendado a la oposición.

De todo ello es una buena muestra la rebelión decretada por la presidenta de la Comunidad Autónoma y el PP de Madrid, Esperanza Aguirre. El simple hecho de usar la palabra «rebelión» ya ha sido bastante revelador. O la lideresa desconoce el significado de la palabra o es que está dando salida a un atavismo de la derecha histórica de este país, en cuya memoria la palabra «rebelión» aparece vinculada a fechas negras del siglo pasado, como agosto del 32, julio del 36 o febrero del 81.

En todo caso, el balance de la revuelta del IVA, en el Parlamento a escala nacional y en la calle a escala madrileña, ha sido negativo en función de los intereses del PP. Al final, mucho ruido y pocas nueces. Como no podía ser de otro modo tratándose de una decisión de las Cortes Generales, por mucho que se presentara ante los votantes como una arbitrariedad del Gobierno. Antes de ser asumida por el Congreso, en la Ley de Presupuestos, claro que fue una propuesta del Gobierno. Impopular donde las haya, pero eso debió haber sido un motivo suplementario para contar con el apoyo del PP, puesto que Mariano Rajoy se ha hartado de reclamar a Zapatero coraje para gobernar tomando las medidas necesarias, aunque fueran impopulares. Del dicho al hecho va mucho trecho, como se sabe.

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