Antonio Casado – La reforma Obama.


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

Cuando Barack Obama relaciona la reforma del sistema de salud de los Estados Unidos no con su causa política personal sino con la mejora de la calidad de vida de sus compatriotas más desprotegidos está proponiendo un avance en materia de derechos humanos.

Puede tener difícil encaje mental semejante afirmación, por tratarse de uno de los países más avanzados en materia de desarrollo humano, pero responde a la lamentable situación que, hoy por hoy, afecta a casi cincuenta millones de ciudadanos. Son los que no tienen garantizada la asistencia médica. Entre otros, doce millones de inmigrantes y los no acogidos a una sanidad pública para pobres y mayores de 65 años.

La reforma Obama amplía la cobertura de esa sanidad pública a quienes ingresen menos de 16.500 dólares al año y a las familias de cuatro miembros con ingresos totales por debajo de los 39.000 dólares. En cuanto a los relativamente «pudientes» -la inmensa mayoría de clase media-, se implanta el seguro médico obligatorio, privado, por supuesto, pero subvencionado por el Estado. Eso alcanzará a quienes no rebasen el umbral de los 43.000 dólares anuales y familias de cuatro miembros con ingresos inferiores a los 88.000 dólares.

Esa es a grandes rasgos la reforma sanitaria que la Cámara de Representantes acaba de aprobar por los pelos. Como se ve, aún está a años luz del sistema español, donde se aplica el principio de la asistencia sanitaria con carácter universal y gratuito, según dispone nuestra Constitución. Pero se puede considerar un triunfo de la razón frente a las presiones de las aseguradoras, canalizadas a través del Partido Republicano, sin olvidar a los congresistas del Partido Demócrata que se han opuesto a la ley o la han apoyado a última hora a cambio de garantías para que el dinero público no se utilice de ningún modo en costear prácticas abortivas.

Es cierto que la canalización de todas esas presiones sobre la voluntad de Obama -aseguradoras, congresistas católicos, industria farmacéutica, etc-, ha sido totalmente democrática. Cierto. Los parlamentarios norteamericanos ni siquiera responden a las consignas de partido sino al parecer mayoritario de su parcela de votantes. Sin embargo, esas resistencias a la ley, que al final prosperó sólo por tres votos más de los necesarios no suponen precisamente una apuesta por la solidaridad con las capas sociales más desfavorecidas.

Ventajas e inconvenientes del modelo de sociedad vigente en Estados Unidos basado en la preeminencia del individuo frente al Estado, cuya aberración es el «Sálvese quien pueda», del mismo modo que el comunismo es la aberración de los sistemas que consagran un Estado intervencionista y benefactor. Entre lo uno y lo otro está la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo artículo 25 proclama el derecho a la asistencia sanitaria de las personas. Ahí nos deberíamos encontrar, ahora que se habla del paso que EE.UU. acaba de dar hacia el sistema europeo de salud pública.

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