MADRID, 23 (OTR/PRESS)
El varapalo electoral que los franceses le han dado a Nicolás Sarkozy -la oposición, los socialistas, han ganado en 23 de los 26 departamentos regionales-, da mucho que pensar. Aunque los analistas no se ponen de acuerdo a la hora de establecer la razón última de tan llamativo descalabro, en todos los comentarios hay un hilo conductor que remite a la crisis económica. Más concretamente a la reacción popular frente a algunas de las medidas tomadas por el Gobierno que preside François Fillon. Restricciones salariales muy impopulares entre los funcionarios y cambios que afectan al sistema de pensiones, medidas que desembocaron en convocatorias de huelgas.
Sarkozy ganó el pulso a los sindicatos, pero ahora, los electores le han pasado factura en las urnas. El batacazo ha sido de aúpa. Sobre todo si por un momento pensamos en que el Partido Socialista no atraviesa su mejor momento dividido como está en términos de liderazgo entre los partidarios de Ségolène Royal y los de Martine Aubry. Sin restar merito a los socialistas, subrayo este aspecto para significar que más que los argumentos de la oposición, el rechazo de los planes para hacer frente a la crisis ha sido el desencadenante de la derrota sufrida por el partido del presidente Sarkozy.
Hay un viejo proverbio español que alerta sobre lo que procede hacer «cuando las barbas del vecino veas afeitar…». Que tome nota José Luis Rodríguez Zapatero. Si sigue empeñado en imponer medidas que hacen pagar la crisis económica y financiera a quienes no la provocaron, que tome nota de lo que ha pasado en Francia.
