Luis del Val – El Olimpo en Berlín.


MADRID, 25 (OTR/PRESS)

Los dioses del Olimpo parece que se han trasladado a Berlín. Antes, marcos alemanes, primero, y euros procedentes de la banca alemana, después, viajaron en forma de préstamos a las empresas griegas, lo que convierte a los bancos alemanes en las entidades más preocupadas por lo que haga o deje de hacer Angela Merkel, quien, a su vez, está pendiente de unas elecciones próximas y de lo que digan sus socios liberales, partidarios como su propio nombre indica de que el que despilfarra el dinero no es digno de ayuda.

Si lo más parecido a un tonto de derechas es un tonto de izquierdas, lo más parecido a un manirroto conservador es un derrochador socialista. Entre unos y otros -podría decirse lo de tirios y troyanos- han dejado a Grecia en la bancarrota, lo cual no es un problema exclusivamente griego, sino de toda la Unión Europea.

Ya decía Tolstoi que todas las familias felices se parecen entre sí, y las desgraciadas lo son de distinta manera, o también, que cuando los asuntos marchan bien, no hay motivos de discusión, pero ante los inconvenientes aparecen las discrepancias en toda su plenitud.

Lo que es malo para Grecia es malo para la UE y, además, muy interesante lo que ocurra, porque no va a ser ni el último, ni el único incidente, y toquemos madera no sea que le toque a España. En el Olimpo siempre anduvieron con pasiones y odios muy humanos. Lo mismo que sucede ahora en los olimpos de Bruselas o Berlín. En el olimpo de Londres, con las libras en la mano, observan lo que ocurre en el continente con cierto interés y un elegante escepticismo. «Euros, no, por favor, somos británicos».

Pero si el euro cae o la UE tiene que renunciar a la unidad monetaria habrá que decir que el último que salga de Europa, por favor, que apague la luz, aunque no sepamos a nombre de quién irá el último recibo.

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