José Cavero – El Rey a favor de los toros.


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

Cualquier espectador puede tener aún en su retina la fotografía de la madre del Rey don Juan Carlos asistiendo a las corridas de toros. Era la afición más conocida de doña María de las Mercedes y es seguro que la compartió siquiera en los últimos años con don Juan Carlos. Por qué no. Ahora, don Juan Carlos ha acudido a Sevilla y a la Plaza de la Maestranza, donde entregó los Premios Taurinos y Periodísticos de la Real Maestranza, ha hecho un canto de exaltación a la fiesta taurina y preguntado si la Corona apoya el toreo el monarca respondió «sí, por supuesto». En esa intervención, el Rey se refirió a los toros como «un mundo cultural y artístico fecundo». Y destacó el papel del ganadero, que preserva la raza pura del toro de lidia y ensalzó la apuesta ejemplar de la Maestranza a favor del «trabajo, de la excelencia y de las grandes tradiciones de esta tierra». Y entregó premios taurinos a Manzanares, Morante y al periodista Carlos Herrera. Para que la tradición taurina no decaiga en la familia, don Juan Carlos anunció que la Infanta doña Elena asistirá a algunas corridas de toros de la Feria de Abril de Sevilla.

¿Hizo bien el rey, en las actuales circunstancias, en participar en ese acto y «mojarse» de esa manera en la controversia sobre «toros sí, toros no» que se viene produciendo, sobre todo, en el Parlament de Cataluña? Es seguro que con su actuación en la Maestranza, don Juan Carlos «ha dividido a la afición», como cuando doña Sofía expuso a Pilar urbano, en la biografía que elaboraron juntas, algunas opiniones sobre «moral y costumbres». Claro que los Reyes tienen sus opiniones sobre lo divino y sobre lo humano. Y que es seguro que las harán públicas cuando les venga en gana. ¿También de modo «oficial» y «solemne»? Eso es lo más dudoso. Y posiblemente se pueda hablar de un acto «políticamente incorrecto» precisamente porque es motivo de división de opiniones, e incluso motivo de debate en un parlamento regional. Es evidente que don Juan Carlos ha querido participar en esa división de opiniones, haciendo pública su opinión sobre el particular, que muchos podríamos adivinar sin necesidad alguna de que la hiciera pública.

La lectura de las crónicas periodísticas sobre el acontecimiento no colabora, a mi modo de ver, en la neutralidad que, opino, debiera mantener el Rey en cuestiones incluso perfectamente opinables, como su equipo de fútbol favorito. Termina su crónica el diario ABC: «Lo que me parece más importante y quiero subrayar: el Rey de España, en los toros, con su pueblo. Como debe ser…». Otro cronista ha elogiado esa presencia del rey «en el sitio exacto, en el momento oportuno». Y recuerda precisamente el taurófilo que «la pretendida ley abolicionista antitaurina cuenta las horas para su votación a la espera de enmiendas que prosperen y de enmiendas que se rechacen en el Parlament de Cataluña»… Leo en otro periódico: «El Rey rompe su imparcialidad para apoyar las corridas de toros; Don Juan Carlos se declara protaurino en medio del debate político sobre la Feria». Y señala este diario, Público, que la víspera del suceso de Sevilla, se convocó una marcha antitaurina, para el próximo domingo, en Madrid.

Se cuenta en otro medio informativo impreso que «los abolicionistas lamentan el gesto real, y los defensores de la fiesta lo celebran». Y en esa descripción se resume el «estado de la cuestión»: debaten y se pelean, dialécticamente, partidarios y contrarios de las corridas de toros. Los unos, partidarios de esta costumbre que califican de «demostración cultural», y los otros, contrarios a esta «bárbara costumbre» de «torturar reses bravas» en una liturgia lamentable y digna de revisión… ¿El Rey debe inclinarse por una de las partes? Uno entiende que mejor hubiera sido su abstención, para no añadir más leña al fuego, y mucho menos, para arrojarse él mismo a la fogata.

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