Charo Zarzalejos – Sin escapatoria


MADRID, 27 (OTR/PRESS)

No faltan quienes creen que han sido las declaraciones de Jaime Mayor Oreja las que han provocado la reacción del Gobierno endureciendo hasta el límite de lo posible la Ley de Partidos. Esto es mucho creer, porque una modificación del calibre conocido no se improvisa, ni desde luego se realiza como respuesta a unas declaraciones. En cualquier caso, han sido tres días de polémica que en unos ha generado sorpresa y en otros desasosiego y profundo malestar. Lo sustancial es que el acuerdo PP-PSOE no está en riesgo, ni lo va a estar. El profundo debilitamiento de ETA es algo que siempre habrá que poner en el haber de este Gobierno, al igual que en su momento hubo que poner en el «debe» los profundos errores del proceso de diálogo con ETA. Aquel «debe» quedó borrado por las urnas y ahora se trata del presente y del futuro más inmediato.

El presente es difícil, muy difícil para ETA y su entorno y el Gobierno se ha propuesto que su futuro inmediato aún lo sea más. «O bombas o votos», como gusta decir a Rubalcaba, va a ser algo más que una frase. La reforma legal según la cual una candidatura puede ser impugnada incluso un día antes de las elecciones y que, en caso de ilegalización sobrevenida, para que el electo pueda mantener su puesto debe condenar de manera fehaciente y pública los motivos que han llevado a la ilegalización de sus siglas, hay que reconocer que es el intento máximo para dejar sin rendija alguna a quienes traten de aprovecharse de la democracia para debilitarla. Legalmente no se puede ir más allá de donde va esta reforma. Si sale adelante, será en los Ayuntamientos en donde se rompa el principio según el cual el escaño pertenece al electo y no al partido. Jurídicamente, la cuestión no es menor y es seguro que va a suscitar más de un debate.

El ministro de Interior quiere una ETA sin escapatoria, sin rendijas por las cuales hacer trampas. Y quiere también que las contradicciones hagan mella en la izquierda abertzale más próxima a ETA, que en ningún caso va a dar la espalda a la organización terrorista, por mucho que Jesús Eguiguren _sus declaraciones también generan cierta sorpresa_ en sucesivas entrevistas manifieste su impresión de que esta vez algo se mueve de verdad. Lo que de verdad se mueve es la ansiedad de muchos al comprobar que pasa el tiempo y nada han logrado y el vértigo que debe producir el saberse parte de un proyecto que nunca será realidad porque en sí mismo es una profunda mentira.

Ni la izquierda abertzale más próxima a ETA va a dar la espalda a la organización terrorista, al menos en términos creíbles, ni hay negociación alguna entre ETA y el Gobierno. La tendencia natural del ser humano, de los pueblos y supongo que de los presidentes, es sobrevivir y no suicidarse. La negociación sería un suicidio y Rubalcaba no está por la labor.

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