MADRID, 29 (OTR/PRESS)
A la hora de redactar este comentario aún no se conoce la decisión del juez, prevista para la mañana del martes, sobre las medidas cautelares solicitadas por el fiscal para garantizar la acción de la Justicia en el caso de Jaime Matas, ex ministro de Medio Ambiente y ex presidente de la Comunidad Autónoma de Baleares, acusado de prácticamente todos los delitos susceptibles de ser cometidos por un gobernante o un funcionario público en el ejercicio de su cargo.
Pero aún sin conocerlas, el propio Matas se ha aplicado a sí mismo una medida cautelar de naturaleza política. Decide autoexcluirse temporalmente como militante del PP. Hasta que se aclare su horizonte penal, que es más bien incierto, al menos a juzgar por las medidas solicitadas por el fiscal en la causa abierta contra el mencionado ex líder político del PP balear: prisión provisional eludible mediante el pago de una fianza de tres millones de euros.
Bien está que Matas decida pedir la baja temporal como militante del PP. Tal vez sea el último resto de dignidad en la reserva moral de este hombre. Sin embargo, su gesto no sirve para hacernos olvidar el espeso silencio que hasta ahora ha venido guardando el líder nacional de su partido, Mariano Rajoy. Todavía está fresca en la memoria de los ciudadanos la imagen del principal líder de la oposición escapando de los periodistas cuando estos querían conocer su opinión sobre el caso Matas.
Bien, ya le ha hecho el favor el interesado y Rajoy se ha limitado a aceptar la decisión de Matas. «Le deseamos lo mejor, que se defienda y, si puede, demuestre su inocencia», ha dicho el líder del PP. Pero la opinión pública se queda con la copla de su flojera cuando tocaba pronunciarse sobre las corruptelas imputadas a un señalado dirigente del partido y las medidas de orden interno previstas en estos casos. El tiempo no lo cura todo. Por la cuenta que le trae y porque es persona decente, Rajoy debió haber aparecido desde el primer momento como el más interesado en marcar distancias, mediante medidas disciplinarias concretas, con el causante de tanto daño en la imagen del PP.
El silencio, el escapismo o la ira contra el mensajero son siempre contraproducentes. Especialmente en circunstancias sobradamente acreditadas en la memoria reciente. Cualquiera puede recuperar cantidad de momentos donde aparecen juntos Matas y Rajoy, como miembros del mismo Gobierno, veraneando en familia o en actos electorales, como en el mitin inaugural del velódromo Palma Arena, la instalación deportiva que se ha convertido en la caja negra de la corrupción vinculada al segundo mandato de Matas como presidente de Baleares (2003-2007), después de haber sido ministro en el Gobierno Aznar (2001-2003).